Tortura: el perdón y la guerra de fondo

Está claro que nadie, con un milímetro de cultura cívica y democrática, se atrevería a tolerar la brutal expresión de tortura que mostró un video que –por pura casualidad–, se hizo circular en redes sociales; bendita tecnología cibernética.

También es cierto que no sólo fue acertada sino histórica la pronta respuesta oficial. Y es que a pocas horas de aparecido el video, la Sedena reveló que conocía el hecho, que lo había sancionado y que, incluso, la PGR realizaba las pesquisas del caso.

Pero además, en un inédito, el titular de la Sedena, el general secretario Salvador Cienfuegos, encabezó una inusual concentración castrense en la que pidió “sentidas disculpas” a la ciudadana torturada y advierte que las fuerzas armadas no tolerarán esa práctica.

El control de daños fue de tal éxito que la “disculpa” de Cienfuegos dio vuelta al mundo y colocó en lugar impensable a las fuerzas armadas. ¿Cuántos militares y ejércitos del mundo se disculpan públicamente por excesos cometidos por sus tropas? Falta el castigo a tropa y mandos.

Pero más allá del espectacular impacto mediático logrado por quienes metieron el video de la tortura a redes sociales y de la efectiva respuesta del Estado, lo preocupante es que pocos han formulado las preguntas elementales del caso.

¿De quién la mano interesada que hizo circular el video de la tortura? ¿Qué factura intentó cobrar esa mano? ¿Por qué el golpe justo cuando el GIEI fue echado por el propio Presidente Peña y cuando el mandatario se había negado a acudir a la ONU? ¿Tiene que ver el golpe con la grosera guerra que prevalece entre la mafia que controla la CNDH y los secretarios de Marina y Sedena?

Preguntamos y una fuente oficial confirmó que el video de la tortura era parte de la investigación que desde hace meses inició la Sedena contra militares torturadores. La grabación la habría realizado un Policía Federal. Todo el expediente pasó a la PGR y de ahí, se especula, pudo llegar a la CNDH. ¿Y por qué se especula?

Elemental. Para nadie es nuevo que el clan mafioso que controla la CNDH –y que se ha llevado millones de pesos a la bolsa con la liberación y pago por supuesta reparación del daño a criminales–, extiende tentáculos a la PGR, a la Suprema Corte, a la Secretaría de Relaciones Exteriores, la CIDH, CDHDF y muchas otras instancias.

¿Y por qué circular el video de la tortura en el momento que se metió a redes? ¿Por qué no antes, o después? ¿Quién era o eran los destinatarios?

Proponemos tres hipótesis.

1.- Pudo ser una respuesta al espionaje realizado por una agencia oficial al abogado de los padres de los normalistas. Si recordamos, en dos momentos aparecieron videos exhibiendo al verdadero Vidulfo Rosales y las abundantes contradicciones del “movimiento” de “Los 43”.

2.- Se pudo tratar de una venganza de las mafiosas redes de derechos humanos, luego que el gobierno federal echó del país a la farsa llamada GIEI.

3.- Y es posible que se haya tratado de un cobro de facturas a la Sedena, cuyo titular –igual que el de Marina–, se niegan a liberar a criminales y pagar la supuesta reparación del daño, con el cuento de que fueron torturados.

Cualquiera que haya sido el caso –las tres o 300 hipótesis posibles–, lo cierto es que existe una vulgar guerra soterrada entre la CNDH, las mafias que la tripulan, y el gabinete de seguridad –PGR, Marina, Sedena, Policía Federal etc–, a los que Derechos Humanos pretende chantajear y someter.

Al tiempo.

EN EL CAMINO.

¿Y cuándo veremos disculpa de la CNDH por liberar criminales?

Tomado de Milenio