¡SOLAPADO POR AMLO, BARTLETT, EL “MATAPERIODISTAS”, ESTÁ DE VUELTA!

La escena es vergonzosa, digna de una novela negra; de la mayor vergüenza y la peor indignidad del periodismo mexicano.

¿Por qué?

Porque exhibe doblegados por la simulación y la complicidad al poder a decenas de periodistas mexicanos –muchos de ellos viejos y sin vergüenza–, que en los últimos 30 años culparon a Manuel Bartlett por el crimen de Estado contra Manuel Buendía y que hoy guardan silencio ante el regreso de Bartlett, el más popular “mataperiodistas” de la historia.

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Nada dijeron cuando Bartlett regresó al Senado de la mano de López Obrador para extender su fortuna personal; nada dijeron cuando Bartlett llegó a la CFE y todos callaron cuando desde esa oficina pública, Manuel Bartlett lanzó invectivas y amenazas contra Carlos Loret y Arely Quintero, editor y autora de un reportaje que exhibe al poblano como siempre ha sido, un vividor del poder.

Y todos esos periodistas también solaparon a Bartlett –a quien solapó el propio presidente Obrador—, a pesar de que todos ellos escribieron ríos de tinta para señalarlo como ladrón electoral, operador de los grandes fraudes como el de Chihuahua y hasta autor intelectual de la muerte del policía norteamericano Enrique Camarena.

¿Y por qué todos esos periodistas que por décadas lo cuestionaron hoy solapan a Bartlett, cuando ayer no lo bajaban de criminal de Estado?

La razón es elemental; porque Bartlett hoy es un político purificado por AMLO y porque esos periodistas hoy se colocan en el mismo bando que los matarifes de Buendía; defienden a un gobierno sátrapa que contrata a criminales de Estado y a “mataperiodistas”.   

Y es que a pesar de que Bartlett insultó, difamó y calumnió a Carlos Loret y a Arely Quintero, ninguno de las decenas de periodistas “amigos” de Buendía, seguidores de Buendía, investigadores de la muerte de Buendía, tienen un gramo de memoria para denunciar que el “mataperiodistas” está de vuelta.

Y se puede entender que matones mediáticos de López Obrador, como Carmen Aristegui, Julio Hernández, Carlos Payán, Carmen Lira y muchos otros olviden quién es Manuel Bartlett y hasta se entiende que, por dinero, hoy defiendan a un criminal de Estado como Bartlett, quien habría ordenado matar a Buendía.

Sin embargo, lo que resulta impensable es que el semanario Proceso, sus directores, periodistas y articulistas y hasta el hijo del fundador, Julio Scherer Ibarra, solapen al jefe de la pandilla que conoció y hasta pudo haber organizado el crimen de Estado contra Manuel Buendía y que, además, nada digan hoy cuando vuelve a las andadas y amenaza a Loret y a Quintero. 

Y es que sin duda ese hombre decente que era Miguel Ángel Granados Chapa –el periodista que más investigó el crimen de Buendía–, habría sido el primero en denunciar al criminal de Estado, a Manuel Bartlett, por regresar al gobierno, con López Obrador, en la CFE. Habría sido el primero en alzar la voz contra Bartlett por las amenazas, la difamación y la calumnia que, con dinero público y desde la oficina de Comunicación Social de la CFE ordenó Bartlett.

Y es que como nadie, Granados Chapa intentó esclarecer el crimen de Estado que le arrebató la vida a Manuel Buendía Tellezgirón –el reputado columnista asesinado el 30 de mayo de 1984–, por un matarife del jefe de la Dirección Federal de Seguridad, la policía política de la época, a cargo de Antonio Zorrilla, empleado de Manuel Bartlett.

Y sin duda que Granados Chapa habría cuestionado la opacidad de la fortuna de Bartlett y los nada transparentes negocios familiares que lo convierten en uno de los grandes pillos de los tiempos del gobierno de López Obrador.

Por lo pronto, buena parte del periodismo mexicano parece víctima de la más penosa epidemia de amnesia colectiva; la amnesia que provocan los dictadores como López Obrador.

La pregunta es si esa amnesia periodística tiene duración. Y es que el “mataperiodistas” está de vuelta.

Al tiempo.