No cabe duda de que es admirable aquel ser humano que se preocupa por su semejante sin importar nacionalidad o si su defensa implica ir en contra de un gobierno entero, así era el padre Alejandro Solalinde.
El religioso hasta hace unos años padecía de medias tintas y no le preocupaba señalar con el dedo a las autoridades incompetentes que tenían – y tienen – en el total abandono a los migrantes centroamericanos. Aquel que quedó marcado por su estadía en un refugio en Oaxaca y que juró luchar por los derechos de los que huyen de sus hogares.
No obstante, Solalinde, más que nadie, ha reflejado lo que el poder y las relaciones con altos mandos le puede hacer a un luchador de los derechos humanos, pues pasó de ser un referente de la justicia a un simple aplaudidor que cambió sus convicciones por un solo hombre: Andrés Manuel López Obrador.
Con el paso del primer año de la 4T al frente de México, el padre ha demostrado su devoción al tabasqueño y ha condenado a quienes se atreven, siquiera, a contradecir las ideas y proyectos del llamado “mesías”.
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Durante los últimos meses, Alejandro Solalinde se ha atrevido culpar a quienes son en realidad las víctimas, asegurando que se trata sólo de un ataque directo en contra de AMLO pues, a su parecer, el presidente no tiene la capacidad de errar.
