Se confirma, tronó el pacto Diódoro – Basave

Cuando aquí dijimos que Agustín Basave había puesto su renuncia sobre la mesa, la cuenta de Twitter que maneja la prensa del dirigente nacional del PRD aseguró que mentíamos. No obstante, el tiempo dejó claro quién tiene razón y quién publicó verdades a medias.

Hace instantes se confirmó que Agustín Basave presentó su renuncia a la dirigencia nacional del PRD y que, en cuestión de minutos, el CEN de ese partido aceptaría el planteamiento del señor Basave.

Es decir, que a poco más de dos meses de haber llegado al cargo, Basave se iría por los mismos motivos que debió rechazar el ofrecimiento: el sectarismo al interior del PRD, la falta de acuerdos y la conducta tribal del partido emblema de la izquierda.

En su momento, el grupo de Los Chuchos –que mantiene el control absoluto del Sol Azteca–, movió todas las fichas a su alcance para llevar a Basave a la dirigencia amarilla. De hecho, el clan hegemónico modificó los estatutos del partido y dio la espalda a uno de los suyos –Fernando Belanzuarán–; todo con tal de encumbrar al Doctor Agustín Basave.

Hoy, a menos de dos meses de haber llegar, Basave se iría como llegó, en medio de escándalos, de traiciones políticos y de reacomodos que hunden al perredismo en la peor crisis de su historia.

De confirmarse la salida de Basave, no hay duda de que el Sol Azteca tendrá severas complicaciones para superar la renuncia. Y tampoco hay duda de que la salida de Basave profundizaría los desacuerdos, los desencuentros y las revanchas entre militantes. Pero lo verdaderamente revelador es que, con la salida de Basave, se terminaría un acuerdo entre el perredista y su otrora compañero de partido, Diódoro Carrasco.

Antes que se confirmara la renuncia de Basave, aquí dijimos que el líder de ese partido estaría jugando sus últimas cartas y lo haría en la frontera del chantaje. Además, advertimos que pese a la naturaleza pactista y negociadora de la política, no sería extraño que el CEN del PRD tomara la palabra de Basave. Como ocurrió. En consecuencia, el PRD se quedaría sin presidente nacional.

Pero más allá de los chantajes, las peleas y los desacuerdos entre perredistas, también explicamos que la salida de Agustín Basave tendría otra implicación: la ruptura de un acuerdo entre ex priistas.

Vayamos por partes.

Como sabe, el gobernador de Puebla –Rafael Moreno Valle–, ha jugado todas sus cartas para apropiarse de la candidatura presidencial del PAN.

Uno de sus operadores estrella en la campaña adelantada de Moreno Valle es el ex priista Diódoro Carrasco quien, junto con Agustín Basave, operaría las alianzas entre la derecha y la izquierda para frenar el avance del tricolor en estados como Oaxaca, Puebla, Veracruz y Zacatecas.

En otras palabras, dos ex priistas de vieja cuña –Carrasco Y Basave–, tratarían de cerrar el paso al “nuevo PRI” por la vía del PAN y del PRD.

No sobra recordar que Diódoro Carrasco fue secretario de Gobernación en los tiempos de Ernesto Zedillo y es un político hecho a imagen y semejanza del ex presidente.

De igual forma, Agustín Basave fue un reconocido salinista y, con los años, se sumó al equipo del fallido candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio.

En esa lógica, Agustín Basave y Diódoro Carrasco –dos priistas de reconocida trayectoria–, habrían pactado operar desde el PAN y el PRD una elaborada estrategia para cerrar el paso al tricolor. No obstante, hoy sabemos que las pugnas al interior del partido de izquierda frustraron el amarre de los ex priistas. De modo que un sector del perredismo echó a Agustín Basave y frustró el pacto anti-PRI.

Aun así, insistimos, lo más cuestionable de la renuncia de Agustín Basave es que el perredismo profundizó la crisis que vive. Un escenario que, por donde se vea, no conviene al partido emblema de izquierda.