¿POR QUÉ UN DÍA MUNDIAL DEL ORGASMO FEMENINO?

El 8 de agosto se celebró el Día del Orgasmo femenino. El origen de esta celebración es incierto, algunos se lo atribuyen al concejal de Esperantina, Brasil, José Arimateia Dantas Lacere, quien en 2006 impuso una ley para defender el placer sexual de las mujeres en su país y de ahí derivó en designar el 8 de agosto como el día en que se conmemora el orgasmo femenino.

Pero,  ¿por qué de la necesidad de instaurar un día para celebrar el placer sexual femenino?

A lo largo del tiempo y durante diversas épocas, las mujeres se han enfrentado a diferentes dificultades para hacer uso del derecho a ejercer libremente su sexualidad.

Vayamos a la historia. En la época victoriana, durante los siglos XVIII y XIX, la actividad sexual era considerada casi demoníaca. Las normas respecto a la conducta sexual de las mujeres eran rígidas,  quienes estaban condenadas a una vida de castidad y virtuosismo. Consideradas frágiles y delicadas, vivían a la sombra de los hombres, por lo que se lamentaban la falta de aquello que les fue negado: el pene.

Una de las afecciones psicológicas asociadas a la sexualidad era la histeria. La noción de enfermedad histérica se remonta a Hipócrates, el termino histeria procede del griego hysteron y significa “matriz”, razón por la que el filósofo la consideraba una enfermedad exclusiva de las mujeres y que diagnosticaban socráticamente las comadronas.

Las mujeres acudían con los doctores en busca de alivio el cual alcanzaban después de experimentar lo que llamaban “un masaje pélvico” esto las relajaba y las hacía sentir más tranquilas. El éxito que tenía esta práctica curativa dio paso a que en 1870 se creara el primer vibrador eléctrico, el que también masajeaba el área pélvica sin necesidad de mucho trabajo con las manos.

Posteriormente el termino histeria fue retomado por Freud “el padre del psicoanálisis”, quien la utilizó para designar a las enfermedades que se desarrollaban a partir de reprimir un deseo sexual. Con la evolución de sus estudios la histeria pasó a ser la neurosis fóbica y la obsesivo compulsiva y dejó de ser un trastorno que presentaban sólo las mujeres y estar sólo asociado con la represión del deseo sexual.

Aunque en la actualidad se sigue considerando como un trastorno histérico en la mujer si ésta se muestra seductora, pero no tolera ni las caricias de tipo sexual y mucho menos una relación íntima.

Por mucho tiempo la sexualidad femenina se centró en la reproducción; la relación sexual tenía como objetivo la procreación y poco o nada importaba el deseo y la satisfacción sexual femenina.

Es gracias al descubrimiento de los llamados “padres” de la píldora anticonceptiva, Carl Djerassi, George Rosenkranz y el mexicano Luis Ernesto Miramontes, cuyo descubrimiento llegó a Mexico el 15 de octubre de 1951, que la mujer tuvo la libertad para experimentar la relación sexual sin que existiera el miedo a quedar embarazada cuando no fuera su deseo.

La píldora anticonceptiva le permitió no sólo decidir sobre su deseo de ser madre o no, sino también reconocer su cuerpo identificando sus zonas erógenas y hacerse cargo de su propio deseo, lo que dio paso a los especialistas para desarrollar estudios sobre la sexualidad. 

Es en 1966 cuando el matrimonio formado por el famoso ginecólogo William Masters y la sexóloga Virginia Johnson, estudiaron la respuesta sexual humana, realizando un exhaustivo estudio en el que participaron diferentes parejas, tras su observación y análisis de los datos obtenidos de los encuentros sexuales de las personas que participaron en el estudio, diferenciaron 4 fases en la respuesta sexual humana: excitación, meseta, orgasmo y resolución.

Uno de sus postulados establece que es posible llegar al placer de cualquier forma siempre y cuando se estimule correctamente la zona erógena, misma que es particular de cada persona.

Los estudios entorno a la sexualidad humana han evolucionado, igualmente la mentalidad femenina que ahora le permite a la mujer no sólo reconocer su cuerpo, así como hacerse cargo de su deseo, y buscar su propio placer de una manera responsable.