¿POR QUÉ ROBA MI HIJO?

Es común que los niños pequeños, en ocasiones regresen del kínder con algún objeto que no es suyo pero que les llamó la atención y no tuvieron reparo en tomarlo sin que nadie se los ofreciera. Pero, ¿los padres deberían de preocuparse por este tipo conductas, cómo deberían de enfrentar el impulso de robar de su hijo?

Existen diferentes grados en el impulso de robar de un niño. Aquel pequeño que puede tomar algo que no es suyo y que nadie le ofreció pero que puede proporcionarle placer como una golosina, una fruta, o un objeto que resulta agradable a la vista, se podría decir que es una conducta que cualquier niño pequeño podría presentar.

Lo anterior es un  ejemplo de la forma en que reaccionan los niños pequeños ante un deseo y como no poseen todavía límites claros, se dejan llevar por sus impulsos por lo que se les recomienda a los padres, que les expliquen que no se debe tomar lo ajeno y que cuando tengan el deseo de algún objeto, recurran a sus papás.

Pero cuando un niño que con frecuencia toma algo que no le fue ofrecido para luego regalarlo, esconderlo e incluso tirarlo, es una conducta en donde la motivación por tomar lo que no es suyo no sea el placer que el objeto le pueda proporcionar, sino lo que lo domina es el impulso de robar.

En estos  caso, los padres en general suelen reaccionar cuestionando al menor del por qué tomo lo ajeno pero no obtendrán una respuesta pues el niño tampoco conoce los motivos que lo llevaron a tomar lo ajeno, por lo que reaccionará  diciendo una mentira para que los padres se tranquilicen.

Según diversos autores, el niño que roba está buscando algo, algo que le pertenencia y le fue arrancado. El niño que roba no busca el objeto del que se apodera, busca a una persona, que podría ser a su propia madre, pero el niño no lo sabe, (Winnicott 1993).

Ejemplo de ello es el niño que el nacimiento de un hermanito le revela que su mamá ya no será  de su pertenencia y que aunque existan buenos sentimientos hacia el nuevo bebé, él siente que la madre le fue arrebatada y que ha perdido sus derechos sobre ella.

Es entonces que en lugar de demandar sus derechos sobre la madre, el menor puede empezar a tener conductas compulsivas de robo y a esconder los objetos hurtados sin obtener una satisfacción de ellos.

Si ante este comportamiento los padres lejos de aterrarse e invadir al menor con reproches y preguntas que no obtendrán respuesta, reaccionan con una actitud tolerante y comprensiva hacia el menor  que ha recibido el golpe de tener un hermanito y le prestan más atención y le hacen saber que a él lo van a seguir queriendo igual, el impulso de robar irá desapareciendo pues el niño volverá a sentir el amor y la compañía de los padres que había imaginado que el hermanito se la había quitado.

Cuando el niño pequeño empieza a presentar conductas de robo, es importante que los padres muestren compresión hacia la situación que el menor está enfrentando como puede ser el divorcio de los padres, los conflictos entre ellos, y un largo etcétera que los lleva a buscar lo que siente le fue arrebatado y que por lo general suele ser el cariño y la atención de los padres.

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