Después de la reciente reunión de la Consejera de Seguridad Nacional del presidente Biden, con el presidente de México, se dieron a conocer fotos feéricos de la reunión y mensajes locales de que las cosas iban muy bien.
De igual manera, se difundió una reunión de la Directora de la DEA con legisladores estadounidenses en donde se enfatizó que los cárteles de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación, son verdaderas empresas internacionales dedicadas al comercio ilícito de drogas, del fentanilo en particular, y que tienen presencia en más de 100 países; asimismo señaló que la investigación de la Agencia Antidrogas, comprende una identificada red de asociados, facilitadores y cómplices de los más de 44 mil miembros directos de ambos cárteles.
El contexto local nacional muestra incremento de homicidios dolosos, desapariciones forzadas, feminicidios, asaltos, secuestros y no se perciben avances para contener violencia criminal, ni impunidad.
Así, el policía bueno de la Consejera Sherwood y el policía malo de la directora Milgram, están evaluando las políticas de seguridad nacional y pública de México; la balanza favorece según la posición de donde se mira; bien cuando dicen cosas bonitas, el policía bueno, y mal cuando dicen cosas contrarias a la visión personalizada, el policía malo.
Es la sociedad la que padece el estado de indefensión e inseguridad, de impunidad, y mira al gobierno como corresponsable, sea en los niveles federal, estatal o municipal. Todos pierden solo gana la delincuencia, organizada o no, y su amplia red de complicidades gubernamentales.
Seguimos en espera de que alguna autoridad tome con responsabilidad el grave problema de la inseguridad, que genera inestabilidad, desesperanza e ingobernabilidad, que perturba la paz social y afecta la convivencia y productividad.
La tensión en la relación México-EU, cada día más incrementa la desconfianza en temas de seguridad, migración y de carácter económico. Hay muchas batallas perdidas que se manifiestan en los cambios a la política de aliados, asociados o de buen vecino, que se mantiene la cortesía política en la medida en que predomina una situación electoral.
Mientras, la sociedad padece los estropicios de malas acciones públicas y de gobierno.