Nicaragua: el dictador "revolucionario"

Desde 2007, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, mantiene secuestradas a las instituciones. Controla al Poder Legislativo y a los órganos electorales, además que ha colocado a todos sus familiares en los principales puestos de dirección política.

Y para no dejar los privilegios políticos, en noviembre próximo, Ortega se presentará como candidato del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en unas elecciones que —al parecer— son una simulación; un mero trámite. Así, quien fuese un líder revolucionario y una figura fundamental para el derrocamiento de un dictador en los 70, se prepara para establecer lo que sería su propia dictadura.

La historia está llena de paradojas. Abundan los ejemplos de hombres y mujeres que, luego de luchar contra la injusticia, accedieron al poder para convertirse en victimarios y así dañar a su pueblo; igual o más que los enemigos que ayudaron a derrocar. Entre ellos Daniel Ortega.

Desde la década de años 30 —y durante más de 40 años— Nicaragua vivió bajo el yugo de la familia Somoza, cuya administración estaba vinculada a los intereses de Estados Unidos. En los años 70 se formó el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) como un grupo de opositores, que pronto se convirtieron en guerrilleros y emprendieron una lucha armada en contra del dictador Anastasio Somoza García y —posteriormente— contra su hijo, Anastasio Somoza Debayle.

Daniel Ortega —junto a su hermano Humberto— fue uno de los líderes y figuras más destacadas del FSLN, que en 1979 consiguió derrocar al gobierno de Somoza Debayle con el apoyo del gobierno mexicano de José López Portillo. “Los terceristas” —facción del FSLN a la que pertenecía Ortega— y el gobierno de López Portillo mantenían una relación de conveniencia mutua pues mientras Ortega y sus compañeros de lucha requerían aliados en el plano internacional, el PRI quería mostrarse en el ámbito interno como un Gobierno con autonomía de la influencia estadounidense.

Asimismo, en el ámbito externo ambicionaba posicionarse como una potencia en crecimiento, además de ganar influencia sobre el bloque de países centroamericanos.

Pero luego México rompió relaciones con el gobierno de Somoza en 1989 y su iniciativa fue secundada por varios países latinoamericanos y así Somoza quedó aislado. Además, López Portillo dotó de recursos al FSLN y a Daniel Ortega hasta 1979, cuando triunfó la revolución en el país centroamericano.

Luego del derrocamiento de la dictadura, Ortega fue designado coordinador del Gobierno de Reconstrucción Nacional y se encargó de reestructurar a Nicaragua con la ayuda de López Portillo, quien aportó aproximadamente 500 millones de dólares para la recuperación de una nación devastada por la guerra.

En 1984, Daniel Ortega triunfó como candidato del FSLN en las primeras elecciones democráticas organizadas en Nicaragua desde la dictadura. Aunque su partido perdió las siguientes elecciones en 1990, Ortega se apoderó de su partido y continuó presentándose en cada elección hasta que en 2007 recuperó el poder.

Desde entonces, quien fuera líder revolucionario y opositor a la opresión, se ha mantenido en la presidencia y ha establecido su propia dictadura en Nicaragua. Y desde ahí comenzó a operar para no separarse del poder: En 2014 reformó la Constitución para permitir la reelección indefinida y ahora ya se prepara para su tercer mandato consecutivo.Es más, dos de los hijos del otrora líder socialista controlan la economía y el comercio del país con medidas propias del capitalismo más salvaje, y enriquecen a la familia Ortega al monopolizar el mercado del petróleo.

El resto de la familia Ortega es dueña de prácticamente todos lo grandes medios de comunicación de Nicaragua.

Ortega ya prepara su camino a la reelección. Mediante el control que mantiene sobre el Consejo Supremo Electoral, impidió participar en las próximas elecciones a su rival, Eduardo Montealegre, y desarmó al partido de oposición destituyendo a 28 de sus diputados. Recientemente, Ortega registró su candidatura en una fórmula que completa su esposa, Rosario Murillo, quien tomaría el poder en caso de que algo le ocurra a Ortega. Todo parece indicar que el exlíder revolucionario nicaragüense quiere perpetuar a su familia en el poder, tal como lo hicera Somoza, el dictador a quien derrocó hace décadas.