Las mesas de negociación entre el gobierno federal y la CNTE corren el riesgo de terminar siendo un mal chiste de tres actos. El primer acto –la mesa política, realizada el 13 de julio– terminó sin acuerdos. El segundo acto –la mesa educativa, que culminó este martes–, generó incluso más desencuentros. Y por si fuera poco, ahora la CNTE amaga con no presentarse la tercera mesa. Y es que la Secretaría de Educación Pública (SEP) se negó a posponer la presentación del nuevo modelo educativo. Por eso, la pregunta obligada sería, ¿habrá tercer acto?
Al repasar las declaraciones de los representantes de gobierno y de la CNTE –sobre el desarrollo de la mesa de este martes–, queda la impresión de que cada quien estuvo en una reunión distinta. Por un lado, el subsecretario de Educación Básica de la SEP, Javier Treviño, calificó la mesa como un éxito. Incluso anunció la posibilidad de realizar un foro para la revisión de los procesos de evaluación en el que –además de la SEP, la CNTE y el gobierno– también participaría el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). En contraste, por el otro lado, Francisco Bravo –integrante de la sección 9 de la Coordinadora–, afirmó que la reunión fue un fracaso, pues no se llegó a ningún acuerdo.
El desencuentro entre los representantes de la CNTE y los subsecretarios de la SEP ocurrió cuando estos últimos hicieron pública la presentación del nuevo modelo educativo. Ante el anuncio de la SEP, los miembros de la Coordinadora condicionaron su presencia en la tercera mesa de negociación –a realizarse el jueves– a la suspensión de dicho evento. El argumento de la CNTE fue que no se les consultó para el diseño del modelo.
Sin embargo, la SEP no cedió ante el chantaje. Esta mañana, el titular de la dependencia –Aurelio Nuño quien, por cierto, no estuvo presente en la mesa con la CNTE–, presentó el nuevo modelo de educación. A su vez, los líderes de la Coordinadora se reunirán la tarde de este miércoles para definir si asistirán –o no– a la tercera mesa de negociación. Además, los “maestros” amenazaron con encabezar nuevas movilizaciones, si las autoridades intentan realizar cambios en el currículum escolar.
Ante estos hechos, queda claro que la CNTE no sabe o no quiere negociar. Según se ve, lo que pretende el magisterio disidente es imponer medidas unilaterales a través del chantaje, el vandalismo y el despliegue de su poder de movilización. Esto no debería sorprender a nadie, después de todo, la estrategia ayudó a la CNTE a convertirse en interlocutor del gobierno y a excluir del diálogo a los personajes que les resultan incómodos –como Nuño–; acaso por eso, ahora intenta repetir el método probado para echar abajo la evaluación docente.
Por otro lado, esta mañana se dio a conocer que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) desestimó un recurso de inconstitucionalidad interpuesto por miembros de la CNTE en contra de la evaluación docente. El ministro José Ramón Cossío Díaz afirmó que si un maestro reprueba por tercera vez el examen, se justifica la remoción de su cargo.
El togado argumentó que la evaluación constituye una garantía para la calidad de la educación y para la idoneidad de quienes la imparten. Por tanto, no aprobar la evaluación constituye un incumplimiento de los requisitos para permanecer en el cargo de maestro.
Con esta medida, parece existir un consenso entre los tres Poderes de la Unión en torno a uno de los temas que la CNTE demanda eliminar: la evaluación docente. La iniciativa del ejecutivo fue aprobada en 2013 por el poder legislativo, y ahora, el poder judicial también le otorga su respaldo.
No obstante, la CNTE continúa con su postura: busca derogar la Reforma Educativa y la evaluación docente en lugar de centrarse en una auténtica negociación en torno a las leyes secundarias y a su aplicación.
Por lo pronto, la tercera mesa de negociación está en riesgo. Y aunque la Coordinadora dé marcha atrás y decida asistir al tercer acto de la obra, el final seguramente no será feliz; a menos que modifique su postura intransigente, acceda a sostener un diálogo real en el marco institucional y renuncie a sus vandálicas estrategias de presión y chantaje; una situación que –tomando en cuenta los antecedentes–, luce inverosímil.