Muere la coalición “Por México al Frente”: su desastroso legado

Legisladores del PRD anunciaron que en la 64 legislatura no habrá alianzas ni con Acción Nacional, ni con Movimiento Ciudadano. Es decir, a pocas horas de la entrada en funciones de la nueva Legislatura al Congreso de la Unión, declararon oficialmente muerta su coalición.

La ruptura que resultaba obvia y se veía venir incluso antes de las elecciones del pasado 1 de julio era la del PAN y el PRD, junto con su coaligado de última hora, Movimiento Ciudadano.

La alianza entre el partido más tradicional de la derecha mexicana con el que alguna vez fue emblema de la izquierda democrática, siempre recibió fuertes críticas por su incongruencia de origen, ante la clara contraposición ideológica –al menos en el papel- entre ambas fuerzas políticas.

Sin embargo, en términos de resultados electorales, a ambos les había resultado muy provechosa su unión. Tan sólo en el año 2016, gracias a su coalición ganaron gubernaturas como las de Quintana Roo y Veracruz —algo impensable menos de tres años antes— lo que auguraba posibilidades de ser competitiva para la sucesión presidencial de 2018.

Pero con todo y el éxito electoral, la prevalencia del PAN en casi todas las candidaturas importantes y por ende, en los espacios de toma de decisiones, comenzó a hacer mella entre los perredistas, cuya ambición por obtener mucho más que las migajas que les daban en materia de cargos hizo que voltearan la mirada hacia Morena, partido que experimentaba un crecimiento arrollador por cuenta propia, sin necesidad de ceder parcelas de poder, sino todo lo contrario. Comenzó entonces un éxodo de perredistas que terminaría dejando hueco al PRD, como un inservible cascarón.

La conformación del “Frente por México” y luego de la coalición electoral “Por México al Frente”, terminó por dinamitar el acuerdo pan-perredista, pues sus objetivos se redujeron a impulsar las ambiciones de los dos dirigentes de esos partidos, Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, para ser candidatos a la Presidencia y a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, respectivamente.

La ecuación terminó de descomponerse con la inclusión de Movimiento Ciudadano, que absolutamente nada le aportó a la alianza, y cuyo cometido era simplemente meter al Senado de la República a su dueño, Dante Delgado Rannauro.

El final de esa historia es conocido: un rotundo fracaso en campaña y en las elecciones.

Las elecciones del 2018 no fueron favorables para el Partido Acción Nacional. Así se puede ver en la historia de votación para Presidente de la República, al ser el resultado de Ricardo Anaya, el peor en las últimas elecciones al alcanzar sólo un 22 por ciento de los votos.

Esto por compararse al 25.6 por ciento de los votos que alcanzó Josefina Vazquez Mota, cuando Acción Nacional, que era el partido de gobierno, quedó como tercera en las votaciones del 2012.

Aunado a lo anterior, los resultados de Anaya como candidato del PRD han sido, por mucho, los más bajos al obtener solamente el 2.8 por ciento de los votos nacionales, lo cual significaría las elecciones más pobres de su historia para un candidato tachado con estas siglas.

Antes de este 2018, las elecciones de 1994 en las que el partido postuló a Cuauhtémoc Cárdenas habían sido las de los resultados más bajos en el estrato presidencial, con un porcentaje de voto de 16.59 por ciento.

En 2012, el candidato del PRD (Movimiento Progresista) obtuvo un 31.60 por ciento de los votos ante un 38.20 por ciento que sumó Enrique Peña Nieto.

El partido albiazul perdió, además, 25 posiciones en la Cámara de Diputados en comparación a los resultados del 2015 y unos 30 en comparación al 2012.

El PAN no conseguía un resultado tan bajo desde que la Cámara dejó de conformarse por 400 legisladores y pasó a 500, tras la reforma de 1986. Mientras que en el Senado solamente consiguió diez escaños menos que en el 2012.

Pero la baja en votos de Acción Nacional, también se vio en gubernaturas, al sólo ganar tres de las 8 que se eligieron.

Estas fueron Puebla, Guanajuato y Yucatán; mientras que Morena ganó cuatro (Tabasco, Veracruz, Morelos, Chiapas) además de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México,  y Movimiento Ciudadano ganó Jalisco.

Incluso a nivel municipal, el albiazul dio sorpresas como en el Ayuntamiento de San Pedro Garza García, el cual  fue gobernado por cerca de 30 años por el PAN y que por primera vez fue electo el candidato independiente Miguel Treviño, venciendo a la panista Rebeca Clouthier.

En el caso del PRD, por mucho fue uno de los peores resultados de su historia. En el rubro de senadurías, obtuvo 5.3 por ciento de las preferencias, equivalentes a 2 millones de votos y, en el de diputaciones obtuvo 5.29 por ciento.

El desastre que significó Por México al Frente, es decir, los verdaderos culpables de que tanto PAN y PRD vivan actualmente una guerra interna en sus partidos, es gracias a la ambición de poder por parte de Alejandra Barrales y Ricardo Anaya, quienes llevaron a sus instituciones políticas a obtener los peores resultados en su historia.