A ella
Semejas esculpida en el más fino
hielo de cumbre sonrojado al beso
del sol, y tienes ánimo travieso,
y eres embriagadora como el vino.
Y mientes: no imitaste al peregrino
que cruza un monte de penoso acceso,
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.
Obrando tú como rapaz travieso,
correspondiste con la trampa el trino,
por ver mi pluma y torturarme preso.
No así el viandante que se vuelve a un pino
y párase a escuchar con embeleso
un pájaro que canta en el camino.
Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.