¡Por Dios!
Hay gente que me exige himnos,
que cante cantos heroicos,
que incite, otra vez, a la juventud
diciendo que el buen futuro está cercano.
La verdad sea dicha: ya no quiero:
todo es inútil;
las dos o las tres o las cuatro generaciones
que me han seguido –en el tiempo-
y todas las demás que vendrán en número infinito,
seguiremos iguales:
no hemos sido, no somos, no seremos
capaces.
¿Cantar por la libertad?
¿Por la justicia?
¿Por el honor del hombre?
¿Por su integridad física y moral?
¿Cantar?
¡Por Dios: hay que llorar!
Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.