#MásPoesía María Enriqueta

Vana invitación

 

—Hallarás en el bosque mansa fuente

que, al apagar tu sed, copie tu frente.

 

Dijo, y le respondí: —No tengo antojos

de ver más fuente que tus dulces ojos;

 

sacian ellos mi sed; son un espejo

donde recojo luz y el alma dejo…

 

—Escucharás, entonces, los latidos

del gran bosque en los troncos retorcidos;

 

o el rumor de la brisa vagarosa

que huye y vuela cual tarda mariposa…

 

—Bástame oír tu voz; tiene su acento

gritos de mar y susurrar de viento.

 

—Hay allí flores, como el sol, doradas,

y otras níveas cual puras alboradas.

 

—En tu mejilla rosa está el poniente

y la blanca alborada está en tu frente.

 

—Hay allí noches profundas y tranquilas…

—Estas noches están en tus pupilas.

 

—Hay sombra en la maleza enmarañada…

—Hay sombra en tu cabeza alborotada…

 

—Lo que se siente allí, no lo has sentido.

—A tu lado el amor he presentido.

 

—¡Ven! Ese bosque misterioso y quieto

va a decirte al oído su secreto…

 

—¡Es en vano el afán con que me llamas!,

¡si tú ya me dijiste que me amas!…

 

—Hay un árbol inmenso, majestuoso,

de altísimo follaje rumoroso;

 

en él, como serpiente, está enredada

una gigante yedra enamorada…

 

—Tú eres ese árbol majestuoso y fuerte:

¡deja que en ti me apoye hasta la muerte!…

 

Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.