Escolio
Pero la corrupción, señores míos,
siendo tan inquietante, ni con mucho
es el despeñadero más temible,
que son peores a menudo
ciertos enjuagues veleidosos,
enfáticas reformas por encima, cedazos
no dedicados al remedio de los males
sino a dignificar la podredumbre
con abluciones de fariseísmo.
Tomado de la antología de Juan Domingo Argüelles: Poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días.