El pasado viernes, el aspirante presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador afirmó que existe una persecución del régimen en contra del candidato de Por México al Frente, Ricardo Anaya. Días después –para no variar– aseguró que el panista era parte del sistema.
Durante ese lapso, el tabasqueño dijo en al menos dos ocasiones que él ha sufrido acoso por parte del PAN: en el caso del desafuero en abril de 2005 –por un lado– y en el intento del expresidente Vicente Fox de incriminarlo a través de Gustavo Ponce, en ese entonces, secretario de Finanzas del DF –por el otro–.
Por ello, llama la atención que en el discurso del dueño de Morena y en su Proyecto de Nación 2018-2024, pretenda tener un fiscal a modo, uno designado por el oriundo de Macuspana o bien, hacer a un lado al Congreso y a la Constitución y así asumir el control del Ministerio Público y de la fuerza pública.
De nueva cuenta, El Peje se contradice. La única forma de evitar el uso político de la justicia, como tanto ha reclamado por más de doce años, es precisamente la creación de una Fiscalía autónoma.
Sin embargo, el objetivo de López Obrador es contar con un “Fiscal Carnal”, toda vez que incluso, ya presentó sus tres ternas para las fiscalías General de la República, Anticorrupción y Electoral, mismas que están cargadas bajo la línea del eterno presidenciable.
Un presidente está imposibilitado en primera instancia, de proponer ternas.
Según el dueño de Morena, no habría línea alguna. Todo lo contrario. Si AMLO designa al fiscal general, es claro que estará a la orden del tabasqueño, así como las designaciones en materia electoral y anticorrupción.
Pero el tabasqueño sigue y seguirá con su discurso de mártir “antisistema”. No se pronunciará a favor de la creación de la Fiscalía General de la República y acusará al gobierno de usar el sistema político en su contra.
