Lula, como dijo José Emilio Pacheco

En el año de 1988, el entonces activista obrero Luiz Inacio Lula da Silva aseguró que en su país –Brasil– los pobres que cometen un delito van a prisión mientras que los ricos que faltan a la ley se convierten en ministros.

Hoy, a la vuelta de casi 30 años, Lula es uno más de los individuos que describió José Emilio Pacheco, esos que de viejos hacen lo que de jóvenes cuestionaron.

Y es que durante una hora, Lula fue Ministro de la Presidencia para evitar la acción de la justicia. No obstante, un juez demostró lo viciado del nombramiento y echó abajo la jugada de impunidad de la presidenta Dilma.

Eso sí, aunque el juez frenó la treta de Dilma y Lula no cambió que de viejo, Lula hizo lo que cuestionó de joven. A todas luces, la historia alcanzó y rebasó al brasileño.

A propósito de esta gran contradicción viene a cuenta recordar que históricamente, los gobiernos populistas –como el de Brasil, Venezuela, Ecuador, Bolivia y el que antes gobernó en Argentina–, llegan al poder en medio del descontento de los ciudadanos y del desencanto hacia la clase política.

Sin embargo, en el caso brasileño, no queda claro qué viene después de Lula y Dilma.

Si Luis Inacio Lula da Silva llegó al cargo –como líder social y obrero–, en medio del rechazo de los brasileños hacia la clase política, ¿qué puede seguir luego que Lula, igual que la clase política, despertó el enojo de los brasileños?

En entrevista para La Otra Opinión, el Maestro Carlos Arturo Baños –académico de la UAM–, explicó que tras el fracaso del Partido del Trabajo brasileño –en el cual militan Lula y Dilma–, los cariocas seguramente votarán por un partido de derecha. Lo interesante, sin embargo, será ver si el partido más votado resulta ser de una derecha extrema o una propuesta más moderada.

El mejor ejemplo de esta situación se encuentra en Argentina, donde la escandalosa –y tramposa–, gestión de Cristina Fernández De Kirchner abrió la puerta al empresario Mauricio Macri, quien hoy despacha desde la Casa Rosada en Buenos Aires.

Es así que, para Baños, en Brasil podría ocurrir algo parecido; con todo y los costos sociales que implica.

Hoy, continuó Carlos Arturo Baños, Lula sabe qué significa estar del otro lado de la moneda. Y es que, a principios de los 90, cuando el entonces presidente carioca Fernando Collor de Mello cayó en desgracia, Luis Inacio Lula da Silva era uno de sus críticos más feroces. De hecho, Lula acusaba a Collor de Mello de abusar del poder y del dinero público. Con el tiempo, presiones como la de Lula echaron al entonces presidente.

En un macabro giro del destino, hoy Lula abandona el gabinete de Dilma –y seguramente pierde cualquier oportunidad de competir por la presidencia de Brasil en 2018–, en medio de otro escándalo de corrupción.

Y lo que es peor. Hoy la izquierda de Lula se comporta incluso peor que los correligionarios de Collor de Mello. Pues donde los otrora aliados del entonces presidente Collor de Mello le dieron la espalda y lo dejaron morir solo, hoy el Partido del Trabajo insiste en cobijar a Lula.

No hay duda, de viejos, muchos hacen lo que cuestionaron de jóvenes.