LOS POLÍTICOS, LA GRAN PLAGA DE NUESTRO PAÍS

Uno de los males endémicos que posee nuestro país, es su clase política. Es penoso admitir que quienes se desempeñan en el servicio público, son hombres y mujeres que carecen de la preparación y el perfil para el desempeño de su puesto.

De tal suerte, habida cuenta de la carencia de calificación y aptitudes para el cumplimiento de su encargo, nuestros políticos tratan de suplir esta deficiencia, a partir de medidas efectistas y populacheras, que pretenden, incidan en el ánimo popular.

De esta manera, lo único que sucede, es que en vez de remediarse los problemas que padece de manera acusada nuestro país, éstos se acentúen. No obstante, al parecer, esto es lo que menos les importa a muchos de ellos.

Tal es lo que sucede en el caso de la diputada federal panista por Yucatán, Cecilia Patrón Laviada, una obscura legisladora, que se encuentra en la cámara, por obra y gracia de la suerte, al figurar en las listas de representación proporcional, toda vez que en la elección constitucional fue arrollada, por un ilustre desconocido, que ni campaña hizo.

Pero para peor, la diputada por azares de su buena fortuna, no contenta con ocupar una curul que no merece, se empeñó en conventirse en presidenta de la instancia municipal de su partido, el blanquiazul, arrojando como consecuencia, lo que prescribe la Biblia cuando se intenta servir a dos amos: los peores resultados.

Esto no tendría ninguna trascendencia para el entorno nacional, sino fuera porque la diputada Patrón Laviada se desempeña en la cámara a nivel federal y ante su escasa productividad y resultados legislativos, concibió la peregrina idea de exentar a jubilados y pensionados del pago del impuesto sobre la renta.

Por supuesto que la idea a primeras de cambio suena y se lee bien. Pero en contrapartida, es obligado discernir que si eliminamos un buen número de causantes de la lista de quienes cumplen sus obligaciones fiscales, es imperativo preguntarse de donde saldrían los fondos para reponer esos ingresos, que por consecuencia, se dejarían de percibir.

Y la única conclusión posible a dicho cuestionamiento, es que como colofón de la luminosa idea de la diputada Patrón Laviada, lo único que se conseguiría es aumentar la ya de por si pesada carga que pesa sobre los causantes cautivos, o peor aún, tal vez incrementar los porcentajes impositivos que pesan sobre los combustibles, que son quienes financian a final de cuentas, la economía nacional. Aterrador, ¿verdad que la propuesta, pensándola un poco, ya no luce nada bien?

La realidad es que la diputada Patrón Laviada busca a toda costa congraciarse con el electorado a nivel nacional, pero principalmente estatal, porque en mérito de su desaforada ambición y hambre de poder, busca constituirse en candidata de su partido (el PAN) a la alcaldía de la ciudad de Mérida, apoyada por el gobernador del estado, Mauricio Vila Dosal. Esto tampoco tuviera nada de malo, a no ser por el deplorable desempeño de ambos. Una, que tiene a los panistas meridanos y a la ciudadanía yucateca en el más completo de los abandonos y el otro, al que solo le importa promover su imagen, debido a su loca idea de constituirse en candidato panista a la presidencia de la República.

Asombra que la diputada Patrón Laviada no proponga nada que busque incrementar la productividad de la pequeña y la mediana empresa, auténticos motores de la economía de toda nación. Asombra más aún, que tampoco proponga nada para aumentar la eficiencia de la captación fiscal de los grandes consorcios, nacionales y extranjeros, que son los que principalmente adolecen de falta de cumplimiento en sus deberes hacendarios. Por supuesto, eso nunca lo hará, porque conoce muy bien las consecuencias de patear el pesebre e indisponerse con los factores reales del poder.

Pobre México con esta clase de legisladores, que no rebuznan porque los jumentos se sentirían agraviados. Mejor sería que en un rasgo de congruencia y dignidad, se apartasen de su cargo y dejaran el espacio a personas con mayor capacidad. Pero la honestidad y la coherencia, no son virtudes que adornen a nuestros políticos.

Respondámonos en consecuencia, porque estamos como estamos; y lo peor de todo, es que la mata, seguirá dando muchos de estos frutos podridos.

Dios, Patria y Libertad