Los diálogos absurdos sobre la inmortalidad y los 43 de Ayotzinapa

Hace 117 años nació el escritor argentino Jorge Luis Borges, quien escribió el “Diálogo Sobre un Diálogo”, donde el narrador, que suponemos es el mismo Borges, dialoga con alguien sobre un diálogo que llevó a cabo con el también escritor: Macedonio Fernández.

En el primero, los escritores discuten sobre la inmortalidad. Uno asegura que el alma nunca muere y lo que perece es el cuerpo.

El otro parece estar convencido de llevar a cabo un diálogo de necios, de sordos… Así que cansado, tras varias horas de abundar en lo mismo, le sugiere a su compañero que se suiciden para descubrir el misterio después de la muerte y sacar conclusiones.

Al final del texto el hombre que está escuchando la narración de Borges se queda con la incertidumbre de si los escritores comprobaron sus teorías o no.

Resulta curioso como los diálogos de necios no sólo son tema de escritores, sino también de maestros, gobiernos o padres de normalistas desaparecidos en Iguala.

Si no lo cree, basta con revisar las noticias del día para darse cuenta de ello.

Por ejemplo, hoy los padres de los 43 aseguraron en un mitin afuera de la PGR que no tendrán más diálogos con las autoridades hasta que se destituya a Tomás Zerón de Lucio, titular de la Agencia de Investigación Criminal de la PGR.

Para los padres, él es el responsable de la elaboración de la “verdad histórica” y por — supuestamente– ser falsa, debe ser retirado del cargo.

No obstante, el caso Ayotzinapa ya fue investigado hasta el fondo.

Incluso hace poco los mismos familiares de los normalistas aceptaron después del veredicto de los especialistas de la Universidad de Innsbruck que el crimen fue realizado por del la delincuencia organizada, tal como lo declara esa “verdad histórica” que ahora rechazan.

Muchas preguntas con respecto al caso ya fueron respondidas, pero ellos siguen manifestándose y pidiendo sesiones con la Segob y la PGR.

En el texto de Jorge Luis Borges, “Diálogo Sobre un Diálogo” se hace evidente lo absurdo que resultan esas conversaciones comunes que todos hemos mantenido con algún necio y se refieren a la muerte, al sentido de la vida, la felicidad o la existencia de Dios…

En la vida real vemos que además de éstas, hay otras pláticas que no nos llevan a ningún lado, pues cuando una parte se empeña en su versión, no vale la pena seguir hablando.

Así como ya no vale la pena que la autoridad entable diálogo con los padres de los normalistas, si ellos siguen empeñados en no escuchar nada… ¿O sí?