Con seguridad, en algún momento nos ha tocado presenciar en un centro comercial, un restaurante, la playa o en la calle; como un menor lloraba a gritos o se tiraba en el piso pataleando y gritando para que le dieran algo que en ese momento deseaba ante las reacciones de desconcierto, vergüenza e impotencia de los padres.
Pero, ¿por qué un niño hace berrinche, qué pueden hacer los padres para calmarlo, se puede evitar que un niño haga berrinches?
La mente de los niños funciona de manera particular, para el bebé y para el niño pequeño, los padres y especialmente la madre están para satisfacer sus necesidades. Los menores pretenden obtener todo lo que desean y que sus necesidades sean satisfechas de forma inmediata ya que tienen dificultad para tolerar la espera, se piensan el centro de atención y presentan inconvenientes para pensar en las necesidades del otro.
Igualmente, la mayoría de los niños pequeños por lo general aún no saben cómo regular y expresar sus emociones y deseos; es entonces que actúan las emociones y las frustraciones mediante los berrinches.
Para poder manejar los berrinches y lograr que deje de ser un recurso de los niños para expresar sus deseos y sentimientos, se requiere que los padres puedan ante todo, mantener la calma frente a un berrinche por difícil que parezca.
Si un niño que se está en una pataleta porque se siente angustiado o quiere algo, los padres deben mostrarse tranquilos y hablarle al menor de sus emociones: “se que tienes miedo pero no va a pasar nada, yo te protejo, o, se que quieres mucho ese juguete pero ahorita no te lo puedo comprar”.
De la misma manera, es importante marcar límites al menor como que tiene que esperar su turno, que no siempre va a obtener lo que desea, que las emociones no se expresan a gritos, que no es el centro de atención y lo que está permitido hacer y lo que no se puede hacer.
Es así, que si el desarrollo del niño se da dentro de un ambiente familiar lo suficientemente bueno en donde el bebé reciba los cuidados necesarios, el niño sea escuchado y en donde estén contenidos las creencias y costumbres de la familia.
Un ambiente familiar que también permita que poco a poco el niño vaya alcanzando la separación de la madre, su independencia y pueda reconocer sus propios deseos y la existencia de otros, así como de la existencia de los límites para poder relacionarse con los demás, no necesitará del recurso del berrinche.
El menor aprenderá a autorregular sus emociones, contenerse, calmarse, el autocontrol de los impulsos, el autocuidado y a poder expresar sus deseos y emociones sin necesidad de hacer un berrinche.