Las lecciones históricas en el juego de poder global

Ha pasado un año de la invasión rusa sobre Ucrania, las expectativas de la dirigencia rusa encabezada por Vladimir Putin, eran que su decisión no sería confrontada por las naciones occidentales, pues las considera corruptas (y lo sigue haciendo en su último discurso), llenas de errores y alejadas de los valores cristianos. Los estrategas del Ministerio de Defensa Ruso, que preside el General de Ejército, Serguéi Shoigú, ubicado en el malecón Frúnzenskaya de Moscú, es muy factible que consideraron que podrían invadir sin problema alguno a Ucrania, desde el Donbás, avanzar por la frontera este y llegar en pocos días hasta Kyiv, derrocar al presidente Volodimir Zelenski e imponer un mandatario a modo.

 

Tal perspectiva, estaba basada en la alta dependencia de la mayoría de Europa, de los hidrocarburos y gas provenientes de Rusia, considerando en este plan, a Alemania, como a Hungría e Italia, que no buscarían confrontarse con Moscú y al mismo tiempo, EEUU era percibido, con una complicada agenda internacional para seguir demostrando su liderazgo global, esto a causa de lo que fue una controvertida presidencia en manos de Donald Trump, que hasta el último momento de su mandato, nunca aceptó el resultado electoral que le daba una importante victoria al demócrata Joseph R. Biden.   Asimismo, América Latina había comenzado un camino, que desde los propios preceptos democráticos, acercaba a los gobierno populistas y de izquierda al poder del Estado, dejando a un lado, los intereses en común con Washington.

 

De igual manera, una diversidad de naciones africanas se acercaban a mejorar sus relaciones con la Federación Rusa y la República Popular de China, siendo el año de 2019, fundamental en este acercamiento. Primero, fue en el balneario de Sochi, en Crimea, en dónde el presidente Putin se reunión con 43 Jefes de Estado y de Gobierno, para establecer una hoja de ruta para la cooperación multilateral entre África y Rusia,  a su vez, en ese mismo año, el presidente Xi Jinping, a través de los esfuerzos de cooperación internacional que lleva a cabo las Naciones Unidas, celebró otra reunión a la que asistieron el Secretario General, Antonio Guterres y cerca de 40 presidentes y primeros ministros africanos para definir, en el marco del Sueño Chino, la denominada franja y la ruta, que deberá concretarse en la agenda 2063 de Desarrollo sustentable.

 

Para los estrategas de inteligencia rusos, como el Servicio Federal de Seguridad (FSB), el Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), el Departamento Central de Inteligencia (GRU) y el Servicio Federal de Protección (FSO), animados en los efectos post-covid, de insurrección de grupos populistas, radicalismos en sindicatos y asociaciones sociales, deficiencias en dar soluciones eficaces para abatir la delincuencia, establecer programas de pleno empleo, dar certidumbre a las libertades humanas, en la mayoría de las naciones europeas, como en los Estados Unidos, se observaba un clima de crisis que debía de ser atendido por sus respectivos gobiernos para mantener el statu quo; lo que era un cúmulo de obstáculos para que se opusieran a las reivindicaciones rusas sobre el Donbás y toda Ucrania.

 

Sin embargo, los cálculos fueron equivocados, pues a pesar de una serie de difíciles situaciones al interior de una diversidad de naciones occidentales, la agresión, la invasión, la prepotencia, con que actuó el gobierno de Putin, hizo recordar a la Unión Europea y a la OTAN, que en medio de la crisis de la globalización, las viejas enseñanzas de la Guerra Fría se volvían una realidad, es decir, desde marzo de 1947 hasta 1991, la sociedad internacional era consiente que el delicado balance de poder era mantener alejados los conflictos de Europa Occidental como de los EEUU, salvo la crisis de los misiles (16 de octubre de 1962 al 29 de octubre de 1962), los diferendos entre las potencias hegemónicas se suscitaban en África, Medio Oriente, Latinoamérica o el Sudeste Asiático, pero nunca al interior de Europa.

 

La guerra fría, se entendía a partir del control de zonas y regiones, de dar certidumbre a que la competencia debía de estar basada en lograr influencia en aspectos ideológicos, doctrinales, económicos y sociales, pero el detentar sobre territorios como primera premisa, debía de ser muy bien planteado sin comprometer del todo, la propia estabilidad global del momento y para lograrlo, las estructuras del Pacto de Varsovia y la OTAN eran organizaciones defensivas fundamentales en ese delicado equilibrio que la anarquía internacional ofrecía.

 

En el razonamiento de Donald Trump, lo importante era establecer un nuevo modelo de negocios, dejando atrás las diferencias históricas entre las potencias, hacer de nuestro mundo un gran mercado de oportunidades, en cada uno de los sectores económicos, no obstante de esta visión profundamente liberal, no comprendía la importancia de la memoria histórica de las naciones, de las diferencias que se anteponen a partir de los intereses nacionales, e igualmente, la esencia de la soberanía entendida como aquello que te otorga independencia ante los demás y que a causa de ello, se debe de preservar a través de la seguridad nacional.

 

Los cálculos fallaron y la reacción europea, cómo de los EEUU, junto a Canadá y otras naciones, fue darle certidumbre al gobierno del presidente Zelenski, prestar la mayor ayuda posible a esta nación, pues como bien lo afirmaron los gobierno de Polonia, Estonia, Lituania, Letonia y Finlandia, sabían de lo que los rusos-soviéticos, eran capaces de hacer. En efecto, las acciones del presidente Putin, trajeron a la memoria colectiva de las naciones europeas, El Tratado de no Agresión entre Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, conocido como: Ribbentrop-Mólotov, el cuál se firmó en Moscú el 23 de agosto de 1939, entre los gobiernos de Stalin y Hitler a tan solo 9 días de la invasión alemana a Polonia.  Dicho tratado, manifestaba que ninguno de los dos países entraría en alguna alianza política o militar contraria al otro, pero también, contenía un protocolo definido como secreto, solo para conocimiento de Hitler y Stalin, en dónde se repartían a Europa Oriental y Central, siendo Polonia dividida en dos partes y los países Bálticos bajo el control soviético: Estonia, Letonia, Lituania, además de la ciudad de Vilna, Besarobia y Finlandia que para marzo de 1940 se logró evitar su anexión (El tratado de Moscú que fue signado en marzo de 1940, obligó a Finlandia a ceder el istmo de Carelia, las regiones orientales de Salla y Kuusamo y algunas islas, es decir, una décima parte de su territorio).

 

Los hechos históricos, como tambores de guerra volvieron a sonar en Europa, la amenaza de una guerra en Europa oriental para reconstruir el añorado imperio zarista, el imperio de los soviets, resurgía como un cruel fantasma que busca venganza.  La OTAN volvió a tomar vigencia y como en su momento argumento Klemens Wenzel Lothar, príncipe de Metternich-Winneburg, en sus memorias: la historia de los innumerables acontecimientos de la primera parte del siglo XIX está todavía por escribir. Razonablemente, los contemporáneos no pueden tener la pretensión de hacer otra cosa sino preparar los materiales para los que tengan en el porvenir la elevada misión de referir fielmente el pasado, con la calma y la imparcialidad que no tuvieron jamás los que tomaron una parte personal y activa de los acontecimientos.

 

El tablero mundial se mueve a razón de hechos históricos, que ofrecieron importantes lecciones para la actual condición de la seguridad internacional, en efecto, el príncipe Metternich sentenció, los últimos efectos de la guerra de Putin están lejos de ser escritos, pero lo cierto, es que el pueblo ucraniano ha demostrado la importancia de hacer salvaguardar la independencia de una nación cuándo es violentada como se ha hecho desde hace un año, se defiende con discursos, con arengas, pero se hace con el valor de una nación volcada a ofrecer su vida para proteger su pasado, su presente y su futuro.

 

Mientras tanto en Palacio Nacional, se vetan estados y se ofrecen otros para definir inversión extranjera, se dice que ya no es nota, el doble plagio (licenciatura y doctorado) de una no abogada, se sustenta un discurso híper-nacionalista tras el juicio de García Luna, pero al mismo tiempo, se apropia de un mecanismo de cooperación regional como la Alianza del Pacífico, como de su propiedad y el colmo, se recibe a la esposa de un corrupto que atento contra el propio Estado peruano, motivo por el cual se ha retirado permanentemente al embajador de Perú en México por intromisión en los asuntos internos de esta nación amiga.  Lastimada la política comercial, lastimada la política exterior, la imagen y ante todo el buen nombre del país. Pero vamos bien, vamos en camino correcto, nos repiten día a día, mañana a mañana. Un mentira dicha mil veces se vuelve realidad al que la escucha.