LANZAN “SUSANA DISTANCIA” Y OLVIDAN “SUSANO JUICIO”

La genialidad se debe acreditar a Roberta Garza, colaboradora de Milenio, quien en sus redes sociales escribió: “Susana Distancia está bien, pero a quien realmente necesitamos ahora es a Susano Juicio”.

Se refiere, como queda claro, a la campaña del gobierno mexicano a favor de mantener “una sana distancia” entre los ciudadanos; evitar eventos masivos y concentraciones de personas para, de esa manera, prevenir y detener el contagio del Covid-19.

La campaña fue lanzada por el gobierno federal hace pocas horas, con bombo y platillo –por medio de un video animado–, al extremo de que el propio vocero de Palacio, Jesús Ramírez, la promovió en sus redes sociales oficiales y, en sus “cuentas fantasma”, esas que utiliza para el insulto, la difamación y el descrédito.

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Así lo dijo en Twitter, en la cuenta oficial de la vocería: “La sana distancia es nuestra mejor protección contra el #Covid_19. Respetemos las medidas de prevención que las autoridades de @SSaludmx indican. La Trasmisión del Coronavirus se puede cortar con la acción de la comunidad. #SusanaDistancia”.

Lo simpático del asunto es que mientras que el gobierno federal gasta millones de pesos en propaganda para mandar el mensaje de que la parte central de la prevención contra el Covid-19 está en manos de los ciudadanos, a través de la sana distancia, el presidente manda un mensaje no sólo distinto sino contrario, al continuar con sus “baños de pueblo” por todo el país.

Dicho de otro modo. Resulta que el mismísimo presidente no acata la “sana distancia” que promueve su gobierno, sino que descalifica y desacredita la única campaña institucional lanzada para prevenir la mortal pandemia.

Y aquí es precisamente donde aparece la pareja de “Susana Distancia”, esa genialidad llamada “Susano Juicio”.

Es decir, el presidente mexicano carece del sano juicio, elemental en un mandatario, para hacer frente a un riesgo como la pandemia del siglo y, al contrario de lo que pregona “Susana Distancia”, López Obrador regresa a las giras promocionales de fin de semana –a las que llama “jornadas de trabajo”–, que ya lo han convertido en el hazmerreir del mundo.

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Y si lo dudan, basta ver los informativos de distintas partes del mundo, para comprobar que Obrador y los mexicanos todos, somos vistos como verdaderos idiotas, ante la pandemia del Covid-19.

Aquí un ejemplo, tomado de un noticiero español, de televisión.

Conductora de noticiero a cuadro, narra, incrédula, lo que pasa en México ante la pandemia: “Tenemos los ejemplos de Italia, en donde ya se dio el confinamiento total y absoluto, o el que tenemos aquí en España… quiero que usted me lo compare con lo que estamos viendo en otros países, por ejemplo México… Mientras nosotros estamos poniéndonos en manos de sanitarios, lo que hacen allí es encomendarse a los santos, escuche al presidente López Obrador, que pide a los mexicanos que lleven estampitas y amuletos para protegerse, tal cual”

Entra video de la mañanera de AMLO en la que el mandatario mexicano muestra sus “detentes”: “Detente enemigo, que el corazón de Jesús está con migo…”.

Conductora se sorprende de lo que dice AMLO y le pregunta a su entrevistado, un médico español: “¿Cómo puede ser que el mundo no tome conciencia de lo que estamos viviendo aquí; acaso creerán que españoles e italianos tenemos un ADN distinto?

Cirujano Español, en Milán, responde: “Sí, la verdad es lamentable ver estas cosas, bueno el pueblo mexicano es un pueblo muy creyente, muy religioso y a lo mejor se aferra a eso…”.

Así ven a México, a los mexicanos y a su presidente, en otra partes del mudo; como un país bananero, de salvajes que no creen en la ciencia y que se aferran a las estampitas y los amuletos.

Lo que no saben, en el mundo –y muchos tampoco lo quieren saber en México–, es que la ignorancia, la estulticia y el analfabetismo del presidente Obrador está lejos de la sensatez y el sano juicio de la mayoría de mexicanos.

En efecto, 30 millones de mexicanos votaron por López Obrador, pero otros 60 millones votaron por otras alternativas o, de plano, no votaron.

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Es decir, más de la mitad de mexicanos no están de acuerdo con el populismo pueblerino de su presidente y exigen acciones claras, concretas y certeras contra el Coronavirus; al tiempo que reclaman el fin del circo discursivo de las mañaneras y de los “baños de pueblo”.

¿Y, por qué esa actitud locuaz de López Obrador, quien actúa contra los propios mensajes de su gobierno?

La respuesta la conocen todos; López no es el presidente o el jefe de Estado sometido a las leyes que juró respetar, y menos a la democracia; en realidad el de Obrador es un poder personal, carismático, de jefe de una tribu, que establece sus propias leyes, sus propias reglas y sus propias prioridades.

Por eso, tienen razón los que dicen que México no tiene presidente.

Al tiempo.