La trágica y corta vida media de la empatía en línea

¿A usted cuánto tiempo le duró la indignación por el caso Ayotzinapa?, ¿cuánto le duró el coraje por el despido de Carmen Aristegui?, ¿qué tanto habló sobre la “Casa Blanca”?, ¿cuántas semanas fue 132?, ¿qué tantos tweets dedicó a protestar contra el #GoberBala y la tragedia de Chalchihuapan en Puebla?,  ¿cuántos días su imagen de perfil en Facebook fue un moño negro por los 43?, ¿por cuántos días creyó ser Charlie Hebdo?

Para acercarnos a la respuestas, presentamos la traducción libre del textoThe tragically short half-life of online empathy”, publicado en The Washington Post y escrito por Caitlin Dewey. 

 


Todo está acelerado en estos días, y lo mismo debe decirse sobre el duelo en línea. Los ciclos de internet a través de las cinco etapas del duelo y la pérdida se hacen en el mismo número de tweets. Lo vemos llegar a nosotros con toda velocidad: inevitable, de lado a lado.

Y entonces, antes de haberlo procesado, el duelo ya se ha ido.

En los cuatro días posteriores a la masacre de 129 personas en París, millones de testigos –presentes sólo en las pantallas de sus computadoras– publicaron oraciones e imágenes y prometieron solidaridad. Por cuatro horas, luego cinco y luego seis, promovieron trending topics en Twitter como #PorteOuverte y #PrayForParis. Pusieron banderas francesas sobre sus fotografías de Facebook y compartieron imágenes de artistas como Jean Jullien. Y así de rápido, sus publicaciones se revirtieron: de vuelta a bromas sobre equipos deportivos, videos virales e imágenes con amigos –ahora con pequeños avatares rayados de los franceses azul, blanco y rojo–.

Esas publicaciones se sienten inapropiadas –y, de algún modo, hasta indecorosas. Como si se contaran chistes en medio de un funeral. El mundo debe seguir, por supuesto; nadie dice lo contrario. Y las redes sociales se vuelven una guía imprecisa de nuestra consciencia colectiva.

Aún así, nos hace preguntamos: ¿hay una vida media para sufrir duelo? ¿El internet la ha reducido, como lo ha hecho con otras cosas?

¿Qué tan larga es la vida media de la solidaridad en internet?

El número de minutos en el que siete hashtags de solidaridad fueron trending topic a nivel global el 14 de noviembre.

gráfica
Tomada de The Washington Post

En Twitter, el hashtag #PrayForParis fue tendencia a nivel mundial por sólo seis horas y 35 minutes el sábado. A #ParisAttacks le fue un poco mejor, con seis horas (El algoritmo de Twitter se vuelca hacia la novedad).

Para el domingo, no hubo un solo hashtag de solidaridad que fuera tendencia en el top 100 de temas de Twitter, según lo midió Trendinalia. Para el lunes, incluso los medios habían reducido a la mitad sus tweets sobre el tema. Conté cada tweet enviado por los medios en línea más influyentes desde el 14  hasta el 16 de noviembre, pensando que ellos son los que mejor “entienden” Internet; y sólo uno de ellos, Business Insider, ha mantenido el mismo ritmo de tweets sobre París –y, para empezar, no hacía muchos.

Para ser claros, esto no es una crítica: es sólo  la observación de un hecho. Una nueva noticia y ésta nos devora; el interés decae logarítmicamente y luego se acaba.

Parte de eso tiene que ver con el flujo de información y su caída. Parte de ello es naturaleza humana. (Como Tom Hawking escribió en un ensayo para Flavorwire el martes: “tenemos mecanismo de defensa emocional por una razón”). Sin duda, el internet lo ha acelerado todo: requiere mucho menos tiempo volverse famoso, esparcir un rumor, hablar con alguien del otro lado del mundo. Y nuestras herramientas de Internet –ya sean las tendencias de Twitter o nuestros teléfonos– continuamente nos llevan a buscar el siguiente tema.

Y quizá esto “funciona” en lo cotidiano: no hay nada de vida o muerte en las extrañas compresiones del tiempo en internet, no hay nada de malo en que los 15 minutos de fama se reduzcan a algo mucho menor.

Pero luego de una tragedia como la ocurrida en París, necesitamos tiempo para una reflexión larga y contemplativa. Y no hay tiempo para nada. Nunca.  El internet sigue.

Esto no significa necesariamente que las redes sociales sean siempre inconsistentes con la introspección o la contemplación. Es cierto que parece injusto reunir todas las muestras de duelo en línea como variantes de un meme. (Como los memes, las expresiones pueden no durar mucho; pero pregunten a Beirut: su existencia significa algo).

Sin embargo, la escasa vida media del duelo social es problemática, porque las investigaciones sugieren que necesitamos tiempo para reflexionar –y también para sentir empatía. Reducir ese proceso agota nuestra habilidad para sentir algo por otras personas o ayudarlas o actuar para cambiar algo. En otras palabras, hay un riesgo real en procesar el duelo con la velocidad y la falta de sinceridad con que se procesaría un meme viral.

La semana pasada, el 9 de noviembre –cuatro días antes de los ataques en París– el Observatorio Europeo de Periodismo publicó un reporte sobre el impacto a largo plazo que tuvieron en el debate sobre la inmigración las imágenes de un niño sirio ahogado. Se recordarán las fotografías, que estuvieron –por un momento– por todos lados. Durante una semana, después de que las imágenes se volvieron virales, los periódicos mostraron mayor simpatía hacia los refugiados, indicó el reporte. ¿Pero qué pasó dos semanas después?, ¿tres?

Parecía como si Aylan Kurdi no hubiera sido una tendencia, una moda. El tono de la cobertura volvió a lo que había sido anteriormente.