La sala de espera de Estados Unidos

Por suerte, queda menos de una semana para que dejen de existir en México dos maneras de tratar el asunto de las caravanas migrantes:

1.-La oficial (del aún gobierno) que ayer deportó ipso facto a quienes, instigados y en un acto de provocación, violaron la valla fronteriza para, en el lado estadounidense, ser reprimidos con gases lacrimógenos y balas de goma.

El objetivo de la política que durará hasta el último minuto de este mes, se basa en que, esos actos, lejos de ayudar en sus objetivos a la inmensa mayoría de los indocumentados, atentan contra el marco legal migratorio y pueden resultar en un grave incidente bilateral con Estados Unidos.

2.-La oficiosa (del próximo gobierno) de crear una zona donde vivan los migrantes en la frontera mexicana, mientras Estados Unidos examina sus peticiones de entrada. Es lo que mencionó Sánchez Cordero a The Washington Post y que, muchos, llaman la vía del “tercer país”.

El Presidente electo prometió visas de trabajo a los migrantes, en lo que sería la primera vez que se aplique aquí una estrategia como esa, que estaría unida a la propuesta a Estados Unidos para que impulse un plan de empleos, producción y desarrollo en el sur de México y Centroamérica.

Sin embargo, la todavía política oficial ya importa poco: tiene las horas contadas. Y, tampoco, la crisis de los migrantes acabará pronto, sobre todo porque es evidente que el fuego para avivarla viene de Estados Unidos, con agentes que provocan incidentes como el de ayer.

Porque con la creación del “tercer país”, Trump está consiguiendo, en los hechos, el muro que prometió en campaña, sólo que sin ladrillos, cemento ni acero: un muro que será esa gran sala de espera para entrar a Estados Unidos en la que se convertirá México.

Así que, con la estrategia del “tercer país” en México, Trump tiene su muro, con la permanencia en puntos fronterizos (básicamente Tijuana) de grandes agrupaciones de aspirantes a asilo en Estados Unidos: inmigrantes de Haití, el Congo, India, Honduras, El Salvador, Guatemala…

A la próxima gobernanza, que arranca el 1 de diciembre, le toca administrar el problema para no creárselo a Estados Unidos: la aceptación de convertirnos en sala de espera que fue, todo indica, lo que destrabó las negociaciones del TLC.

De ahí que los dos egos más grandes de la administración que se va (Guajardo y Videgaray) concedieran, en un arranque de modestia inaudito, que fue el enviado del gobierno electo, Jesús Seade, quien logró el acuerdo comercial.

Así, Estados Unidos olvida que resolver la migración es asunto de orden mundial y de deber de los países ricos.

Y México queda en una situación de…

Perder, perder.