LA PLAGA DEL FEMINISMO

Se dicen feministas. Dicen luchar por la igualdad entre el hombre y la mujer y para que se respeten los derechos de las féminas, pero no es cierto. En la realidad buscan prevalecer y sacar ventaja.

Se que no es políticamente correcto, porque lo de hoy, para parecer moderno y liberal, es apoyar sus insensateces y excesos, que son de toda índole. Por fortuna, no a todos nos tortura y nos apremia, el afán de quedar bien ante los ojos de la turba irracional que puebla la granja humana.

No apoyarlas es sexismo. Machismo para ser más precisos. Es constituirse en parte del heteropatriarcado al que odian. Oponerse a sus desmanes y criticar sus dislates y barbaridades, es lisa y llanamente, misoginia. Son cerradas y renuentes a todo señalamiento, que ponga en relieve sus errores prácticos o doctrinales.

Y es que los derechos NO se exigen, no se reclaman a base de violencia, ni de dañar la propiedad de otros, o la de todos. Porque cuando se toman medidas en contra de su conducta, que es muchas veces, vulgar vandalismo, delincuencia común, se dicen reprimidas o vejadas.

La pregunta que surge es: ¿Debe permitirse a alguien por razón exclusiva de su sexo, impunidad total y absoluta?, ¿Debe su conducta, su expresión o actuar, no tener límites, ni freno? La respuesta es inmediata y de sentido común: por supuesto que no.

Piden tener derecho a decidir sobre su cuerpo, pero lo hacen sobre la humanidad de otro ser, dicen pertenecerles la facultad de permitir o extinguir que surja vida de manera unilateral, pero si damos esto por válido, tendría el hombre que poder decidir si mantiene o no al producto, pues es corresponsable de su logro y esta corresponsabilidad es la que ellas, no conciben, ni entienden.

Pretenden distorsionar el lenguaje, dizque para hacerlo inclusivo, creando mamotretos lingüísticos como todes, cuerpa y otros vocablos absurdos y sin sentido. Pretenden que se les aplauda su proceder soez, procaz y escatológico, al andar con los senos al aire y al hacer sus necesidades fisiológicas en la entrada de lugares que revisten respeto, por ser centro de reunión de toda clase de gente. ¿Acaso si un varón andase con el pene colgando en público, no sería detenido y acusado de acoso?, ¿qué constituye la diferencia?, ¿acaso si un varón defecase o se orinara a las puertas de un templo o una oficina pública, no sería remitido de inmediato a prisión?

Las leyes de género, son por definición las más injustas, pues achacan a alguien derechos, en función exclusiva de su sexo. ¿Porqué pedir cierto número de posiciones o cargos públicos con semejante criterio, si el género no es garantía de capacidad? Estoy seguro que millones de mexicanos, no tendríamos empacho en ser gobernados por una mayoría o exclusivamente sea por hombres o mujeres, si estos fueran los más honestos o los más capaces.

Las feministas (o las que dicen serlo) han perdido por completo su feminidad, odian al hombre. No buscan ser iguales, buscan superarlo, dominarlo, sojuzgarlo. Propugnan aberraciones como educar a la niñez en la autopercepción como modelo de vida, lo que es contrario a todo buen sentido. ¿Acaso que un hombre se autoperciba embarazado va a lograr el prodigio de hacerlo concebir?, ¿acaso que yo me autoperciba Superman, va a concederme fuerza extraordinaria, la capacidad de volar o vista de rayos X?

¿Hasta cuándo en este país (o en otros) van a seguir tolerándose los abusos y excesos de quienes ni siquiera tienen el valor civil de dar la cara y realizan sus actos antisociales con el rostro enmascarado?

¿Qué pecado o que karma estamos pagando para no ser capaces de poner un hasta aquí a esta clase de movimientos, que son eminentemente de origen ajeno a nuestra nacionalidad?

¿Qué ribetes deberán alcanzar para que seamos capaces de decirles basta?

Dios, Patria y Libertad