La paradoja de la oposición y el Frente Amplio por México

José Alberto Márquez Salazar

En su ensayo sobre la interpretación de la Revolución Mexicana, el profesor Adolfo Gilly, que lamentablemente murió hace unos días, escribió: “En el proceso revolucionario donde son las armas las que resuelven los conflictos y despejan incógnitas, ninguna cantidad de manifiestos y de análisis políticos pueden sustituir la presencia de la fuerza material de hombres armados sin la cual las ideas no pasan jamás de los papeles, es decir, no alcanzan a cambiar al mundo”.

Si traducimos ese párrafo del profesor Gilly a la situación actual que vive el Frente Amplio por México (FAM), y la efervescencia que hay en torno a algunas candidaturas para su organización, lo leeríamos así: En el proceso de reconstrucción democrática, ninguna cantidad de tuits, likes, tik toks (simpatías y buenondismo), sustituyen a las estructuras y la movilización territorial de personas con la responsabilidad de votar y conseguir el voto a favor de la o el candidato del FAM.

Partamos de la idea, o del supuesto, en la que los cuatros principales participantes en el proceso del FAM tiene capacidad y “simpatía” para llamar a las personas a votar a su favor en la elección del 2024.

Esta semana, la empresa Enkoll publicó una encuesta con un dato que el FAM debe considerar. De acuerdo con ésta, 74 % de los entrevistados respondieron que no conocían o no habían “escuchado hablar del Frente Amplio por México formado por el PAN, PRI y PRD.”

Además, un 50 % de los encuestados por Enkoll afirmaron que “nunca” votarían por el Partido Revolucionario Institucional; 13 % no lo harían por el Partido Acción Nacional y el 7 % por el de la Revolución Democrática. (14 % no votarían por el Movimiento de Regeneración Nacional).

En estos momentos, el FAM se presenta como la opción más fuerte y viable que puede construir una plataforma para competir contra MORENA en la elección del 2024. Pero, al estar integrado por partidos políticos que tienen un alto desprestigio y líderes sumamente cuestionados, especialmente el PRI, ¿qué tanto podrían afectar la imagen de la o el candidato?

No de hoy, sino de hace varios años, los líderes de los principales partidos políticos tienen una deuda muy importante con sus simpatizantes y militantes y con los ciudadanos en general.

Los tres partidos políticos que integran al FAM han demostrado que su movilización, en los momentos claves de la elección, ha fallado y que, las mismas dirigencias, por el juego interno de poder, afectaron a las y los candidatos a cargos de elección popular.

Pensemos especialmente en el caso del PRI. En dos de los estados simbólicos que gobernaba, Hidalgo y México, la división existente llevó a una derrota frente al MORENA. La salida de Senadores, diputados locales y presidentes municipales, en el caso de Hidalgo, evidenció la ruptura interna y la confrontación con la dirigencia de Alejandro Moreno Cárdenas.

En el caso del estado de México, durante la jornada electoral hubo casos en los que la dirigencia nacional no proporcionó los instrumentos básicos, para el trabajo, a los representantes de casilla (por ejemplo, los listados nominales). En este estado, el PAN no logró igualar los votos que tuvo en la elección anterior. Alejandra del Moral, la candidata de la entonces Alianza “Va por México”, con todo y la popularidad, que tenía, no logró vencer las inercias de los partidos políticos que la impulsaron.

¿Con qué estructuras va a enfrentar la elección del 2024 el o la persona que tenga la candidatura a la presidencia de la República por el FAM?

¿Es suficiente la simpatía y la “disrupción” para llamar a votar a ese grupo de personas en México que se oponen al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y al MORENA?

Alejandro Envila Fisher, escribió, en el portal @Conexionistas (19/07/23), sobre los ataques que vive una candidata y la ausencia de solidaridad de Marko Cortés (PAN), Alejandro Moreno (PRI) y Jesús Zambrano (PRD): En esas condiciones, la senadora debería evaluar si en realidad vale la pena ir a una batalla contra López Obrador, contra su candidata o candidato, y también contra las cúpulas de los partidos que la postulan.

Coincidiendo con esa observación, agregaría que la o el candidato del FAM tendrá en las dirigencias al principal obstáculo para hacer una campaña competitiva y, además, tendrán que trabajar con estructuras que no cuentan con la fuerza territorial para convocar al voto a ese grupo que aún no decide por quién votar o que piensa abstenerse.

Hay caminos para que la o el candidato del FAM logre tener mayor avance y alcance para ganar la elección del 2024: sumar a liderazgos ciudadanos, proporcionar espacios (candidaturas) a la sociedad civil. Pero eso no lo van a permitir las cúpulas del PAN, PRI, PRD y las “remoras” que rondan al FAM (no estoy hablando de Vicente Fox y de otras y otros).

La o el candidato del FAM para enfrentar la elección del 2024 tiene en las dirigencias del PAN, PRD y PRI, especialmente, al principal enemigo. Sin embargo, sin ellos no hay registro, salvo la candidatura independiente que puede lograrse dada la presunción de apoyos que afirman tener algunas y algunos.

Ahí está la paradoja del FAM: tener una o un candidato con popularidad que será secuestrado, en el proceso electoral, por las dirigencias del PAN, PRI y PRD, y luego en el ejercicio de gobierno, para tener lo previo al 2018.

José Alberto Márquez Salazar