LA NEOLENGUA DE LÓPEZ OBRADOR

@pepecontreras_m

En su célebre novela 1984, publicada en 1949, George Orwell retrata un régimen totalitario en donde todas las libertades fueron suprimidas y en donde el partido en el poder controla todo, desde la intimidad, hasta el pensamiento, lo que hace a través de modificar el lenguaje.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, parece haber tomado la novela como guía de gobierno, pues constantemente pone en marcha muchas de las políticas desplegadas por el partido en el poder en ese imaginario país llamado Oceanía, del que habla Orwell en su obra literaria.

Una parte sustancial de la novela es la creación de la neolengua, que consiste en modificar el vocabulario y  reducirlo al máximo para de esta forma limitar la capacidad de raciocinio de la población.

Una de las palabras que desapareció fue “pensamiento”. En cambio, una de las nuevas es “crimental”, usada para referirse al “delincuente” que es demasiado inteligente o que demuestra capacidad para pensar por sí mismo.

Para detectar, rastrear, perseguir y sancionar a este tipo de “delincuentes” peligrosos, existía una “Policía del Pensamiento”.

En Oceanía hay un “Ministerio de la Verdad”, que no es otra cosa que la dependencia que controla, censura y manipula la información, de tal forma que la población solo tiene acceso a la “verdad” que le conviene al régimen.

Existe también el “Ministerio de la Abundancia”, cuya principal función es hacer precisamente lo contrario, racionar los alimentos.

¿Y qué tiene qué ver con esta historia ficticia de Orwell con López Obrador? Mucho.  El pasado 9 de diciembre, el presidente anunció que prepara un diccionario con nuevas palabras del periodo post-neoliberal. Es decir, la neolengua de la 4-T.

En realidad, el proceso de instauración de la neolengia obradorista ya empezó. Ahí tenemos la “Secretaría del Bienestar”, como si bastara nombrar así a lo que antes era la Sedesol para garantizar que la población tenga bienestar.

¿Y qué tal el “Instituto de Salud para el Bienestar”? Otra vez el término “bienestar”, que también se repite en el “Banco del Bienestar”, y en las Universidades para el  Bienestar”.

Ahí está también el ridículo nombre de “Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado”, nombrado así para dar la idea de que todos los recursos que administra esta organismo –antes era el SAE— son producto del robo, cuando no es así.

¿Qué palabras eliminará López Obrador y qué otras nuevas incluirá en el  diccionario que aseguró, está en etapa de elaboración?

Al crear su neolengua, el presidente de México emula una vez más a quien parece ser su principal influencia de la historia contemporánea: Hugo Chávez.

Apenas llegó al poder, Chávez modificó el lenguaje para ganar el aplauso de sus seguidores y vender mejor su discurso populista. A las elecciones se refería como “la nueva batalla”; a las protestas de empresarios por las constantes agresiones de su gobierno les llamaba “guerra económica”; a las barricadas de opositores en las calles les llamaba “guarimbas”. Y de los nombres de las dependencias o programas de gobierno, ni hablar.

López Obrador, a sus adversarios les llama “conservadores”, “neoliberales”. A los empresarios que no se alinean les llama “machuchones”. A los integrantes de su red de clientelismo electoral les llama “servidores de la nación”.

El presidente ha logrado el objetivo de manipular la mente de quienes lo siguen con furor fanático, que son muchos. Pero nos atrevemos a creer que la población pensante, la que no cae en la trampa de la neolengua y piensa por sí misma, es mayoría.

OFF THE RECORD

**¿SE SIENTEN LOS CAMBIOS?

Hablando de manipulación de la información, ayer el presidente habló de que “se están sintiendo los cambios” en seguridad.

Pero ayer mismo fueron encontrados 19 cadáveres dentro de un camión en Tamaulipas. Y fueron asesinados cinco miembros de una familia en Guanajuato.

¿En verdad se están sintiendo los cambios?

**FISURAS EN ALIANZA OPOSITORA

Los acuerdos cupulares entre PRI, PAN y PRD ya provocaron algunas muestras de inconformidad entre las bases.

Según el acuerdo cupular, la candidatura a gobernador de Tlaxcala le corresponde ponerlo al PRI, lo que deja fuera de manera automática a la aspirante panista Minerva Hernández.

Esto molestó a un grupo de mujeres panistas, las cuales cuestionan que no hayan valorado las capacidades de las aspirantes antes de decidir.

Pero lo hecho, hecho está.

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