LA MUJER DEL PASADO Y LA MUJER ACTUAL. LA FUERZA DE LO FEMENINO

El 8 de Marzo  fue designado en 1975, por la Organización de las Naciones Unidas, como el “Día Internacional de la Mujer”; dicha celebración tiene como objetivo el de concientizar a la opinión pública y a todos los involucrados, sobre la necesidad de reconocer los derechos de la mujer y la igualdad de género.

El 8 de Marzo tiene sus orígenes en los acontecimientos ocurridos en Nueva York en el año de 1908, en que murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York en un incendio provocado.

Y desde entonces es que las mujeres vienen demandando, el derecho a la formación profesional, de ocupar cargos públicos, igualdad en los salarios, y a la no discriminación laboral. 

Pero en la actualidad a estas demandas se les agrega la exigencia del derecho a vivir, a no ser violentadas, ha ser respetadas y a vivir sin miedo.

En 1936,  Freud rechazaba el postulado que identificaba al varón como la parte activa de la pareja y a la mujer como la parte pasiva. Esto basado en el comportamiento de las células genésicas en donde la masculina se mueve activamente para buscar a la femenina, mientras que el óvulo permanece inmóvil.

Para Freud, la mujer desde entonces era capaz de desplegar gran actividad en diversas direcciones y estaba dotada de una gran fortaleza. Sin embargo, consideraba que la influencia de las normas sociales forzaban a la mujer hacia situaciones pasivas. 

Por desgracia, en la actualidad ciertas normas sociales, prejuicios y odios siguen limitando la actividad y el desarrollo de la mujer pero no sólo el medio social y cultural sino además el Estado que se muestra indiferente a las necesidades de las mujeres y la misoginia de un presidente que sólo presenta interés por mantener la fantasía de que en México todo está bien.

Este enojo hizo que el pasado 8 de marzo, el camino que lleva desde el monumento a La Revolución hasta el Zócalo se tiñera de color morado, adornado con el lila de las jacarandas quienes 

fueron mudos testigos no sólo de las demandas de justicia, de combate a los feminicidios y de parar con la impunidad sino de todas las emociones que se hicieron presentes y estaban plasmadas en las pancartas que en breves palabras relataban historias de abuso, violencia y dolor.

Igualmente la presencia del duelo, el enojo, la tristeza, la ausencia de muchas que estaba en el relato de las madres, hermanas, hijas que les habían sido arrebatadas y que precisamente eso les había dado  la fuerza para que en un sólo grito se exigiera que ni una más y que se haga justicia.

Mujeres de diferente estrato social, actividad laboral, estado civil, de diferentes generaciones pero identificadas con una sola causa: no estar dispuestas a seguir siendo víctimas de un gobierno misógino ni del impulso asesino de muchos hombres.

La lucha debe de seguir cada día desde la trinchera de cada quien y así la fuerza de las mujeres  siga creciendo como quedó demostrado el día 8 en que se decidió marchar y demandar justicia y el día 9 en que se decidió dejar esta ciudad semidesértica y silenciosa dando cuenta de que las mujeres no estaban.

Lo lamentable del pasado 8 de marzo es que ciertas mujeres hicieran uso y cometieran abuso de sus propias circunstancias y terminaron  atacando a otras mujeres que lo único que hacían era hacer su trabajo.

No se trata si de que si las mujeres policías resguardaban o no edificios y monumentos en lugar de cuidar a las mujeres, se trata de que una mujer termina atacando a otra mujer que sólo hacia su trabajo y que en ningún momento hizo el intento de atacar la marcha.

Estos lamentables hechos en donde mujeres vestidas de negro y encapuchadas porque dicho sea de paso, fueron las únicas que no dieron a cara; evidencian que parecen no entender nada de las causas de las mujeres y como si su único cometido fuera el de destruir y lo grave es que terminan atacando a otras mujeres en el día en que la demanda era de las mujeres y por ellas.