La convivencia de delincuentes con funcionarios del gobierno de Andrés Manuel López Obrador durante su administración en el Distrito Federal está publicado, documentado y jamás desmentido, asegura el periodista Pablo Hiriart.
En la serie de columnas que esta semana ha publicado el diario El Financiero, el comunicador evidencia la estrecha relación del tabasqueño con la delincuencia organizada, así como la omisión del tres veces candidato presidencial ante la situación criminal en la capital del país, que provocó un crecimiento en desmedida respecto a los ilícitos.
Robacoches, funcionarios coludidos con bandas de secuestradores, con el narcomenudeo. El perdón a los criminales lo practicó en su gobierno, y los dejó actuar.
Cuando tres agentes encubiertos de la AFI investigaban narcomenudeo en Tláhuac (otra vez Tláhuac, en esa época se gestó la desgracia delictiva que es hoy) fueron retenidos, golpeados toda la tarde y por la noche quemados vivos (dos de ellos murieron ahí) delante de las cámaras de televisión y de un agrupamiento de granaderos que no movió un dedo.
“Con los usos y costumbres del pueblo no hay que meterse”, dijo el entonces jefe de Gobierno y hoy candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador.
Aquí el seguimiento que Pablo Hiriart le da a los engaños de Andrés Manuel López Obrador, el privilegio de engañar (seguridad III).
