Fue dada a conocer, en la mañanera del ocho de octubre, la Estrategia Nacional de Seguridad, del gobierno 2024-2030, por el Secretario de Seguridad Pública, Omar García Harfuch, articulada en torno a cuatro ejes fundamentales:
1. Atención a las Causas
2. Consolidación de la Guardia Nacional
3. Fortalecimiento de inteligencia e investigación y
4. Coordinación absoluta en el Gabinete de Seguridad y con las Entidades Federativas.
Estos cuatro ejes tienen que ver con la organización interna del trabajo gubernamental, con las políticas públicas en materia de seguridad.
La administración federal que recién terminó mantuvo una amplia tolerancia en lo que respecta al combate contra los grupos de la delincuencia organizada, si bien hubo llamados a la disuasión y la contención, la confrontación y el combate fueron evitados; también fue creada la GUardia Nacional, que configuró un mando único, fundada en un mando híbrido, entre el modelo militar de defensa y la proximidad de un modelo policiaco, dicha institución avanzó de un mando civil, a su adscripción a la SEDENA.
Los resultados gubernamentales pasados fueron graves, en los últimos 6 años, casi 200 mil homicidios dolosos y más de 51 mil desaparecidos, en muchos casos los gobiernos y las policías locales, así como las fiscalías y ministerios públicos han sido rebasados, el territorio es controlado por la delincuencia y ha colocado a la sociedad en un estado de indefensión.
En la nueva Estrategia Nacional de Seguridad, se enfatiza la necesaria prevención ante la incidencia delictiva, no hay elementos nuevos, es un trabajo fundamental sin duda, pero deja pendiente los tiempos y lugares de su aplicación; la coordinación absoluta de los elementos y dependencias que participarán, las metas y los resultados esperados, carecen de prospectiva y no hay un tiempo determinado para su cumplimiento.
La generalización puede ser loable en tanto que cada actor gubernamental sepa exactamente qué hacer, con qué, quiénes y cómo, cuándo y dónde. La necesaria información, con datos duros, debe considerar lo que falta y lo que sobra.
Por lo que estaría detrás, un supuesto proceso de planeación estratégica, táctica y operativa, que muestre y valore la viabilidad de las acciones a emprender.
Los tiempos son relevantes, en la medida que se han intensificado en varios frentes, conflictos violentos y criminales, como son los recientes casos de Sinaloa, Guanajuato, Chiapas y Guerrero.
En esas entidades, la sociedad se encuentra en una situación grave, en donde los homicidios dolosos se han incrementado sensiblemente, con visos terroristas, en donde las actividades criminales se han reproducido, con gran impunidad y sin control alguno.
Los gobiernos locales están rebasados ante el embate de los carteles nacionales y las organizaciones criminales regionales o las células delincuenciales.
La acción del gobierno federal, vía la Sedena-Guardia Nacional, la Semar, y la Seguridad pública es urgente. La sociedad nacional y local esperan una respuesta contundente y en el corto plazo.
De no hacerlo, el gobierno pone en riesgo su credibilidad y confianza, así como las expectativas generadas por el cambio de gobierno.
La continuidad con cambio, será vista como más de lo mismo, y la decepción social será fuerte y profunda.
Por ello esta Estrategia Nacional de seguridad debe mostrar este cambio de dirección, con un timón firme, claro y preciso en la acción contra la delincuencia organizada.
La persuasión y la disuasión han sido superadas por la acción delictiva, el enfrentamiento y combate contra los grupos delincuenciales debe ser contundente y efectiva, sin daños colaterales. Con Inteligencia y determinación.
Hay talento y capacidad suficientes en las fuerzas armadas, es deseable que, desde la Presidencia de la República se tomen las medidas y decisiones necesarias.
El poder del estado es superior a cualquier grupo criminal, por ello las decisiones y acciones en estos 90 días serán el termómetro de lo que, en seguridad, este nuevo gobierno hará para responder a las demandas legítimas de la sociedad, a las necesidades, intereses y deseos, de quienes desean recuperar la sana convivencia y las actividades productivas; que cada mexicano se sienta seguro en su casa, la calle, el centro laboral y pueda desarrollar con tranquilidad su vida cotidiana.
Por ello qué bien que se ha presentado esta Estrategia Nacional de Seguridad, pero qué mejor que se realicen las acciones necesarias y pertinentes, para llevarla a cabo y así, sea erradicada la inseguridad en el territorio nacional.
Gobierno y sociedad deben caminar juntos, avanzar hacia un horizonte de certidumbre, con justicia y paz social, para fortalecer un Estado constitucional, democrático y de Derecho.