La doble moral en el tema del acarreo

Ayer 31 de enero, fue difundido un video donde se ve al Senador Luis Miguel Barbosa Huerta en un salón con militantes de Morena en de Puebla, en el que organiza los “apoyos económicos para gasolina” destinados a vehículos para acarrear gente a diversos eventos que Andrés Manuel López Obrador.

Ricardo Anaya y Alejandra Barrales reprobaron la acción del Senador Barbosa. Sin embargo, ambos resultaron “amnésicos” sobre el evento de la semana pasada en la sede del PAN-CDMX, en el que había acarreados auspiciados por el diputado Jorge Romero Herrera y la bancada panista de la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México.

La historia del acarreo se remonta a los primeros años del PRI, cuando en 1938 Lázaro Cárdenas instruyó a Vicente Lombardo Toledano agrupar a todas las organizaciones obreras en las concentraciones del presidente en el Zócalo, cosa que se hizo costumbre, a lo largo del siglo XX y sigue vigente hasta nuestros días.

En el caso de las elecciones estatales, la capacidad de convocatoria de los partidos a cambio de prebendas son muestra de ello.

En el PAN, no se tiene esa capacidad. El caso más sonado fue el del evento de Josefina Vázquez Mota, cuando tomó protesta en su campaña presidencial en 2012 en el Estadio Azul en la Ciudad de México, con un evento semivacío porque los asistentes estuvieron más de dos horas bajo el sol antes de que comenzara el evento.

En el PRD, es bien sabida la larga lista de acarreados que se presentan desde su fundación en 1988, pero esta se intensificó desde 2003, cuando René Bejarano y AMLO comenzaron a mostrar músculo con los líderes para asegurar una victoria contundente y aniquilar a la oposición mediante su fuerza de acarreo en mítines.

Como puede verse, el acarreo es una de las costumbres más arraigadas en la política mexicana y parece estar lejos de extinguirse.