La Carcajada del Gato y la carcajada de los estafadores colombianos

 

Luis Spota publicó en 1964 la novela La Carcajada del Gato –basada en un hecho real sobre el que también se hizo la película de Arturo Ripstein El Castillo de la Pureza— donde nos cuenta la historia de Lázaro y Claudia. Él es un megalómano con ideas excéntricas sobre la pureza y la humanidad y ella es una mujer pueblerina, ignorante y cursi que se enamora rápidamente del otro.

Su historia comienza cuando Claudia se dirige a la Ciudad de México a una escuela para jóvenes “rebeldes”, y en el tren conoce a Lázaro, quien tiene gran labia y cierto carisma que cautivan a la muchacha.

Más tarde, el hombre convencerá a la chica de huir con él, y ella con su idea romántica del amor acepta, creyendo que será feliz a partir de ese momento. Sin embargo, al poco tiempo se dará cuenta de que Lázaro la tiene prácticamente secuestrada.

De este modo pasan los años, Claudia tiene dos hijos con su captor y éstos también sufren el encierro. Jamás socializan y nunca salen de la casa.

Resulta curioso cómo el mundo está lleno de hombres –y también mujeres– que se venden con una apariencia ante los demás con tal de conseguir sus fines, tal como Lázaro lo hizo con Claudia.

Por ejemplo, recientemente se dio a conocer que hay una –o varias– bandas de estafadores colombianos que recurren a este método para estafar.

Es decir que aparentan ser lo que no son. Disimulan tener una vida holgada, llena de comodidades. Visten ropa costosa y se trasladan en autos último modelo, de este modo se acercan a sus víctimas seleccionadas cuidadosamente y luego, cuando se enteran que éstas salen de vacaciones, entran a robar sus casas y además clonan sus tarjetas.  

Otro modus operandi de estos grupos criminales consiste en el enamoramiento de mucamas, de las cuales y por medio de engaños obtienen todo tipo de información sobre las cuentas de sus jefes y más tarde aprovechan la información para robar los inmuebles donde trabajan.

En la novela de Luis Spota, La Carcajada del Gato, Lázaro no roba bienes materiales a Claudia, pero sí su vida y la de sus hijos… Que es mucho más perverso.

En la vida real las bandas de los colombianos también se aprovechan de la ingenuidad de sus víctimas para conseguir sus propósitos y seguir viviendo a costa de otros y con el mínimo esfuerzo.

Por eso, hay que ser muy cuidadosos a la hora de elegir a la gente que queremos a nuestro alrededor, ¿o no?