Mucho dieron de qué hablar las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador en la conferencia de este jueves cuando admitió que le tiene compasión a Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” luego de que fuera condenado a cadena perpetua más treinta años adicionales gracias a su extenso historial.
Sin embargo, no resulta coherente que compadezca a uno de los mayores criminales que ha dado México y por otro lado pretenda ayudar a la Fiscalía General de la República (FGR) para detener al exdirector de Pemex, Emilio Lozoya quien es acusado de enriquecimiento ilícito, lavado de dinero y por delincuencia organizada, casi los mismos delitos que el líder del Cártel de Sinaloa.
De la misma forma sucede con el socio de Lozoya, Alonso Ancira, y del abogado del expresidente Enrique Peña Nieto, Juan Collado, a quienes Obrador asegura que serán juzgados con todo el peso de la ley.
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¿Qué tendrá de diferente “El Chapo” de todos esos delincuentes de cuello blanco a los que Andrés Manuel desea detener con tanto gusto?