“Historia de un chairo arrepentido”

Historias de personas que votaron por Andrés Manuel López Obrador en 2018 y que ahora están arrepentidos al punto no querer aceptar que lo hicieron, abundan en las redes sociales. Hay amas de casa, trabajadores, estudiantes, maestros, empresarios y hasta políticos. La siguiente publicación de “Siempre” es un ejemplo más de esto.

De arrepentidos ¡Ay Mauricio!

Hace algunos días un buen amigo, funcionario electoral, me invitó a comer, asistiría el, otro amigo dirigente partidista y yo, tenemos tiempo de conocernos, la vida nos ha llevado por distintos caminos, así que no hay pecado que perseguir, acordamos hora y lugar, nos encontramos.

Como buena reunión de amigos, la plática inicio con el estado que guardan nuestras familias, el trabajo y otro largo etcétera, sin embargo, en algún momento de la plática decidí hacer un comentario un tanto fuera de lugar sobre el jefe del ejecutivo, sabía o al menos pensaba que mis compañeros de mesa se iban a molestar, era un tanto para provocarlos.

Cuál fue mi sorpresa que todos reímos, han sido tantos los errores y los capítulos de corrupción en este sexenio que mentiría al decir que me acuerdo de mi comentario. Entre risa y risa le pregunté a mi amigo —dirigente partidista no priista ni morenista— el sentido de su voto en 2018.

-Se me hace que votaste por el…

-¡El voto es libre y secreto!

-¡Ahhhhh no tienes el valor para reconocerlo!

-Bueno no deberías ser tan metiche…

-¡Ya di carajo, ahora resulta que nadie votó por el!

-Aja…

-¿Aja que, votaste por el?

-Mhhhhh pues…

-¡Si o no maldita sea! ¿Qué tan difícil puede ser, reconocer el sentido de tu voto? Yo voté por Meade (le dije)

-Si.

-¿Si que?

-Si vote por él…

Los tres estallamos en risas, improperios y bromas, todos en el restaurante voltearon a vernos nadie se lo esperaba, en ese momento le dije que lo iba a escribir y me pidió que lo bautizara como Mauricio, obvio exigió el debido anonimato, dije que sí.

Mauricio es un whitexican del sur de la CDMX, fifi a rabiar, y pasa su tiempo entre su casa de campo en una exclusiva zona del Estado de México y la casona de su familia en un elegante barrio en donde es casi imposible encontrar edificios o casas pequeñas.

Es un empresario exitoso e hijo de un político de la izquierda mexicana, que por ahí de los 90 fue una estrella fulgurante en el perredismo ilustrado, hasta que un día se enfrentó a ya sabemos quién, y su vida política naufragó.

El padre de Mauricio, empezó a experimentar situaciones digamos curiosas, oportunidad de trabajo o de negocio en puerta moría, los grupos afines al actual jefe del ejecutivo decidieron bloquear toda posibilidad de desarrollo económico, ello obligó a uno de sus hijos a emigrar, decidió que el viejo continente era un buen lugar para refugiarse de la yihad amarilla.

La vida para esta familia no fue fácil, pasaron algunos años hasta que López encontró nuevos enemigos y los dejó en paz, a pesar de todo ello, Mauricio decidió unirse al morenismo desde la fundación del mismo, argumentó que “era libre de hacerlo”, llegó el 2018 y le fue “encargada la operación” de una zona del poniente de la ciudad.

Poco antes del día de la elección, Mauricio decidió “pedirle el voto” ¡a sus padres! Como lo está leyendo, sabedor de las desgracias familiares, pidió, suplicó y a gritos exigió que mamá y papá le apoyaran “México necesitaba un cambio”. Claro está que su padre lo mandó al carajo no sin antes recordarle lo mal que lo habían pasado cuando habían sido perseguidos, y ahí acabó la discusión.

Después Mauricio hablo con su hermano hasta el viejo continente, era para lo mismo, la respuesta que se le dio fue un fraternal “vete a la chingada”. No contento fue con su esposa y le dijo “gorda, ya estoy ahí, México necesita un cambio, apóyame, ayúdame a hacer ganar a este que seguramente será el más grande de los políticos mexicanos, el mejor presidente”.

La señora con tal de no conflictuarse le dijo que no estaba de acuerdo, pero “ok te voy a apoyar”, después de eso no hay día que no le recuerde y le reclame que ella quería votar por otro candidato, pero se vio presionada a votar por “ese fulano”.

A Mauricio no le bastó la cancelación del aeropuerto, tampoco el desdén a los grupos feministas, a este hombre lo que le molestó fue la falta de medicamentos y las burlas presidenciales a casi todo en ese execrable ejercicio comunicacional matutino, ahí fue cuando su “corazón estalló en mil pedazos”, se sentía traicionado, el lopezobradorismo le dio la espalda y si no fuera por sus habilidades políticas, le hubieran perseguido igual que al padre.

A diario todos en su familia le reclaman y él, entre que se siente arrepentido y enojado ya mejor ni responde, sabe que muchos al igual que él, han pasado por lo mismo o por algo parecido, pero la pregunta del millón de dólares es ¿Cuántos Mauricios habrá allá afuera? ¿Cuántos conoce Usted?

Bien lo dice la Biblia: de los arrepentidos, es el reino de los cielos…

Nota: Comimos delicioso.