El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador favorece a sus amigos con contratos millonarios y los encubre, mientras culpa a otros por hacer exactamente los mismo.
Así de grande es el cínismo de la Cuarta Transformación que vivimos con el actual gobierno, aquél que prometió acabar con las malas mañas de administraciones pasadas, se convirtió en el líder de la pandilla de malandrines que son “castigados” con contratos millonarios.
Es evidente que el Ejecutivo Federal sigue dando juego a viejos políticos, con antecedentes de malas prácticas, elementos de esa “mafia del poder” que tanto criticaba, y que tanto pone en riesgo los objetivos de su 4T.
Un caso que ha destacado recientemente es el del titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, a quien exoneró por ocultar patrimonio, y que seguramente pasará lo mismo con los contratos sin licitación, por 162 millones de pesos, que tiene su hijo, León Manuel Bartlett Álvarez con el Gobierno Federal.
En el tema, no podemos olvidar que otro de los amigos ganones, fue nada menos que José Manuel Rioboó. Que como bien lo mencionó Ricardo Anaya, durante el tercer debate presidencial, AMLO, cuando fue jefe de gobierno capitalino le otorgó contratos por 170 millones de pesos a su amigo y contratista Rioboó, sin pasar por ninguna licitación pública.
Asimismo, el exdelegado federal de Jalisco, Carlos Lomelí, ha obtenido siete contratos, por un total de 164 millones 460 mil pesos; cinco de ellos por adjudicación directa.
Como resultado, en lo que va de la presente administración el 74% de los 28 mil 458 contratos para compras se han otorgado por adjudicación directa, mientras que solo el 18% ha sido a través de licitaciones públicas, de acuerdo con información econtrada por Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), que coincide con datos de la plataforma COMPRANET, que pertenece al gobierno.
