Gobernadores megalómanos

A 13 meses de que Rafael Moreno Valle deje el cargo de gobernador de Puebla, al menos siete obras públicas llevan su nombre o el de algún pariente.

El bautizo más reciente fue el del nuevo hospital de Traumatología y Ortopedia, el cual ahora se llama “Doctor y General Rafael Moreno Valle”, es decir, el abuelo del gobernante en turno, no se confunda.

Desde 2011 –año en que llegó al cargo–, el administrador panista se dio a la tarea de utilizar su nombre para registrar espacios de la comunidad. Es así que hoy, en Puebla, hay hospitales, escuelas y otra clase de edificios que llevan su nombre, el de su abuelo, su bisabuela y los que se acumulen.

Sin embargo, no debemos alarmarnos, preocuparnos o indignarnos ante estos hechos. Y es que la megalomanía de Moreno Valle no es exclusiva del poblano. En realidad, son muchos los mandatarios –de todos los niveles de gobierno– que ha aprovechado su poder para dejar huella de su paso por el gobierno.

Basta recordar a Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México, quien puso su nombre a un boulevard, una calle, un libramiento y un centro médico en la entidad que gobernó.

En Oaxaca, el ex gobernador José Murat puso el nombre de su esposa fallecida, Guadalupe Hinojosa, a una escuela primaria y a una unidad habitacional.

Otro caso para recordar es el del ex mandatario poblano Mario Marín, el “gober precioso”; quien colocó su nombre en diversas obras y además inmortalizó a su madre, Blandina Torres Marín, y a su esposa Margarita García de Marín.

Chiapas es otro de estos casos excepcionales, pues el gobernador de esta entidad, Manuel Velasco Coello, se inmortalizó al plasmar sus iniciales, “MV”, en varias obras, desde banquetas hasta jardineras, pasando por puentes peatonales.

Y la lista sigue…

No cabe duda que para algunos servidores públicos, lo importante no es dejar huella con un buen gobierno sino hacerlo con su nombre en las obras que inauguran.