El pasado martes, la diputada del PAN, Luisa Gutiérrez Ureña, denunció en la tribuna del Congreso de la Ciudad de México que fue víctima de hostigamiento sexual por parte del diputado de Morena, Nazario Norberto Sánchez.
Sollozando, la panista afirmó que ese día por la mañana el morenista le hizo “tocamientos indebidos” y la abrazó sin su consentimiento, y que además no era la primera vez.
La vocera de la bancada de Morena, Nancy Núñez, le había recomendado a Luisa Gutiérrez que hiciera pública su denuncia porque ya había varias quejas de otras mujeres en contra del diputado Nazario, quien en ese momento abandonó el salón de sesiones.
El presidente de la Mesa Directiva, Héctor Díaz Polanco, aseguró que tomaría cartas en el asunto, pero todo se quedó en una mera promesa por parte de quien ante fue el “inquisidor” de Morena.
El Congreso capitalino clausuró el periodo ordinario de sesiones el pasado miércoles; los diputados y empleados se fueron de vacaciones y nadie atendió la denuncia de la diputada del PAN.
Las feministas de Morena han guardado un silencio sepulcral respecto a este caso, lo cual ya no sorprende, porque si no se escandalizaron con las denuncias en contra de Félix Salgado por violación, menos lo harán con la denuncia de una diputada de la oposición en contra de un correligionario.
JC
