Es bien conocido el carácter voluble del mandatario de los Estados Unidos, Donald Trump; unos días amanece muy contento y retira los aranceles a los productos de origen mexicano y otros, o la mayoría, condena y ataca las acciones que realiza el Gobierno Federal.
Hoy, de nueva cuenta, queda muy en claro que intentar ser “amigo fiel” de Trump y responder a las agresiones del magnate con mensajes de “amor y paz” no fue la mejor opción si de mejorar las relaciones diplomáticas se trata. Sólo hay un camino y no es tan amistoso como quisiera Obrador: cumplir con cada uno de los caprichos del magnate o esperar las consecuencias.
Ya lo hizo con China y estamos seguros de que lo hará con México si es que el gobierno obradorista no atiende las demandas migratorias que exige el estadounidense.
Tanto ha repercutido la pasividad de Andrés Manuel al contestar los ataques y ofensas que el peso ha vuelto a caer con respecto al dólar, y donde parece que las predicciones del Banco de México, sobre el incremento de la inflación y el pobre diagnóstico de crecimiento económico, son cada día más cercanas.
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No es la primera vez que uno de los planes del titular del Ejecutivo falla pues recordemos que su famoso combate al huachicol no ha evitado que se siga cometiendo robo de combustible; o la poca respuesta que tuvo la iniciativa del programa Jóvenes Construyendo el Futuro.
