El pasado 23 de julio Javier Jiménez Espriú presentó su renuncia como titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), esto luego de que el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó a las Fuerzas Armadas tomar el control de la aduanas y puertos de México.
Sin embargo, la renuncia de Jiménez Espriú destapó una serie de denuncias de corrupción que este exfuncionario público no pudo resolver cuando encabezó esta dependencia, ya que en su primer año de gestión al frente de la SCT se recibieron los resultados de 15 auditorías internas que daban cuenta de las deficiencias que tenía la institución que le había heredado el exsecretario Gerardo Ruiz Esparza.
La entrega de la batuta incluyó áreas completas con síntomas de corrupción y omisiones que le cuestan de poco en poco, contrato tras contrato, millones de pesos a la ciudadanía.
Entre los resultados de dichas auditorías se relevó sobreprecios, materiales que se pagan y no se ocupan, funcionarios omisos que no supervisan el cumplimiento de los convenios ni los trabajos en campo, convenios modificatorios a modo –con más dinero público de por medio– y empresas que, aunque el Estado les paga bien, terminan por usar materiales de mala calidad.
Las auditorías detallan que pequeñas y grandes obras no fueron concluidos y que además sobrepasan el tiempo de entrega.
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Entre carreteras nuevas, mantenimiento a obras y espacios públicos, estas auditorías dejaron entrever focos rojos al interior de esta dependencia.
De 12 áreas internas auditadas, una concentra el mayor número de auditorías realizadas: la Dirección General de Puertos, la misma que al cierre de julio de 2020 tuvo cambios que retumbaron al interior y al exterior de la dependencia, provocando, incluso la salida de Jiménez Espriú.
Por todo ello, este exfuncionario público no sólo heredó estos casos, sino que además fue incapaz de dar una solución a estos señalamientos de revelan las grietas de corrupción que hay dentro de la SCT.
Con información de Eme Equis
