En espera del humo blanco en la UNAM

De un momento a otro se conocerá el nombre del nuevo Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.

En los próximos días, el Consejo Consultivo de la UNAM decidirá cuál de los 10 finalistas deberá liderar los trabajos de la Máxima Casa de Estudios.

Y en cuanto menos se espere, saldrá a la luz el nombre de quien tendrá el poder que muchos secretarios de Estado no tienen. Porque la UNAM tiene más recursos, más infraestructura y más alcances que algunas de las oficinas que se encuentran en la cúpula del gobierno federal.

Acaso por eso, nadie quiere hablar de la UNAM.

En el momento en que el futuro de la Universidad se encuentra en el aire, los expertos guardan silencio.

Sin duda, muchos piden que exista un proceso limpio, que haya piso parejo y que se elija al mejor.

A su vez, otros exigen que el gobierno federal se mantenga lejos de la elección y que sólo el espíritu universitario sirva de timón y guía a la hora de votar al próximo Rector.

No obstante, prácticamente nadie se atreve a pronunciarse –al menos en público–, a favor o en contra de alguno de los candidatos.

En realidad, muchos apuestan por las evasivas, otros se van por las ramas y algunos, de plano, cambian el tema.

Y es que nadie quiere comprometerse, nadie quiere tomar partido; todos esperan el humo blanco en la UNAM.

Evidentemente, nadie quiere quedar atrapado en el lado oscuro de la luna.

Evidentemente, muchos temen apoyar al caballo equivocado.

Y evidentemente, todos buscan caer de pie.

Por eso, cuando todo el mundo debería hablar de la UNAM, nadie quiere hablar de la UNAM.

Cosa curiosa.