El virus de la Casa Blanca, ha infectado la Cuarta Transformación

El de la Casa Blanca fue el escándalo que marcó la administración que encabezara Enrique Peña Nieto y a la postre, una de las principales causas del fracaso de su régimen.

Como recordaremos, el presidente y su familia, no fueron capaces de justificar el origen, ni el modo de la adquisición de una propiedad, que posteriormente se supo, un empresario obsequió al entonces primer mandatario.

Es cosa normal y hasta común que muchos empresarios hagan regalos a los políticos en el poder, buscando por este medio, privilegios y canonjias que reporten beneficios, que se traduzcan en buenos negocios y mejores ingresos.

Que esas prácticas sean comunes a funcionarios de extracción tricolor o blanquiazul no es extraño. Sabemos que en todos lados se cuecen habas y que el influjo que el poder de los ingresos ejerce en los seres humanos, es casi sobrenatural.

Pero cuando el virus se contagia, a pesar de las prédicas de honestidad realizadas en campaña, a los incorruptibles funcionarios cobijados por las banderas de la Cuarta Transformación, es imposible no percatarse del encendido de los focos de alarma.

Y además, el ulular de las sirenas de emergencia, es más estrepitoso, si nos percatamos que esos personajes, hasta hace no mucho, figuraban entre las filas de aquellos institutos señalados por su notoria corrupción y podredumbre.

De tal suerte, podemos advertir que los Alfonsos (Romo y Durazo), Rocío Nahle, Irma Eréndira Sandoval, Tatiana Clouthier, Germán Martínez, Gerardo Fernández, Olga Sánchez Cordero y muchos otros integrantes de la llamada cuarta transformación, presentan un proceso de prosperidad, que sería muy interesante pudieran explicar de cara a la nación.

A los anteriormente enunciados, tendríamos que sumar necesariamente a la consorte del primer mandatario y sus vástagos. En el caso de la primera, porque a confesión misma del oriundo de Macuspana, es la que maneja el dinero y en el caso de los últimos, porque toda vez que el titular del ejecutivo, no posee bienes a su nombre, tendrán que explicar a cabalidad, en aras de la transparencia, el origen de los suyos, para constatar que sea legal.

Se dice comúnmente que el buen juez por su casa empieza. Andrés Manuel López Obrador tendría que dar el ejemplo, instando a sus familiares y colaboradores cercanos, a ser modelo de transparencia y virtudes cívicas, viviendo con esa frugalidad que el jefe del ejecutivo tanto encomia en la figura de Juárez. Lo malo del asunto, es que el indio de Guelatao, siempre hizo las cosas de manera muy distinta a lo que decía y por eso se enriqueció tanto y se hizo adicto al poder. Esperemos que esto no ocurra en su admirador, para que no sea alguien igual o peor que el paradigma.

Una última cosa para finalizar: sería deseable que los integrantes de la Cuarta Transformación tuvieran la piel menos sensible e hicieran un gran acopio de paciencia y tolerancia, si pretenden ser tan democráticos como aseguran ser. Ya anteriormente pudieron decir y hacer y deshacer a su antojo, en un marco irrestricto de libertad, toca a ellos ahora, dar el ejemplo.

Dios, Patria y Libertad