Como un acuerdo histórico, fue catalogado el que el Vaticano y la República Popular China hayan alcanzado un acuerdo en el que la Santa Sede extendió sus lazos con oriente al instaurar las figuras de obispos en dicho país asiático.
Dicha decisión resulta histórica debido al antecedente lleno de fricciones entre el Vaticano y el gobierno chino, pues se negaba a aceptar los nombramientos de obispos realizados por el Papa e insistían en nombrar ellos a los titulares de las sedes episcopales sin lograr nunca a tener permiso del jerarca de los católicos.
El buen término de la negociación es el fruto de un acercamiento gradual y recíproco que se trabaja desde la década de los 50 y se logró después de un largo proceso de delicadas negociaciones.
