Ante todo lo ocurrido desde 2018 sería difícil de creer que el Ejército se convirtió en la mayor incomodidad de AMLO, sobre todo por la nula capacidad para resolver el caso Ayotzinapa.
El alto mando militar, principal aliado —y soporte— del presidente Andrés Manuel López Obrador, se convirtió de la noche a la mañana en su mayor incomodidad. A ocho años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, la participación de elementos del Ejército resulta inocultable.
La compleja situación para López Obrador es que su gobierno, el que no es igual a los anteriores, quedó exhibido al intentar encubrir a los uniformados. Es decir, la 4T desmontó la “verdad histórica” para construir una verdad a medias, en la que no salieran salpicados los soldados y mandos involucrados.
Sin embargo, la difusión del informe sin censura de la Comisión de la Verdad, que encabeza Alejandro Encinas; y las revelaciones de información hasta ahora secreta de la DEA, no dejan lugar a dudas de que aquella noche en Iguala, Guerrero, la sangre también manchó los uniformes militares.
En un país democrático, el presidente tendría que elegir entre respaldar a las Fuerzas Armadas o ponerse del lado de las víctimas. En México, muy probablemente, lo que se verá será un gran acto de malabarismo.
Renuncia de fiscal, duro golpe
Aunado a lo anterior, este martes, el gobierno federal sufrió un duro golpe con la renuncia del fiscal del caso Ayotzinapa Omar Gómez Trejo, esto, tras un conflicto abierto con Alejandro Gertz Manero, titular de la FGR.
Una de sus peores pesadillas se hizo realidad, pues el Ejército se convirtió en la mayor incomodidad de AMLO tras todo lo que está ocurriendo con el caso Ayotzinapa.
Con información de Reforma
JZ
