Duarte defiende la vida de los veracruzanos… criminalizando el aborto

Este jueves, el Congreso de Veracruz aprobó una reforma a la constitución local que fortalece la protección a la vida en la entidad. Sin embargo no se trata –como cabría esperar– de una ley que combate el crimen y la inseguridad que tantas vidas han cobrado. Tampoco se trata de medidas para evitar que los periodistas sean acallados a balazos –como le ocurrió a Pedro Tamayo y otros 19 comunicadores durante el actual sexenio–. En lugar de ello, el gobernador Javier Duarte y el Congreso de Veracruz defienden la vida criminalizando el aborto.

El Congreso local aprobó –este jueves– una iniciativa de ley enviada por Duarte para adicionar al artículo 4o de la Constitución de Veracruz un párrafo que garantiza “el derecho a la vida del ser humano desde el momento de la concepción hasta la muerte”.

La reforma fue aprobada gracias a los votos de los legisladores del PRI y del PAN, inmensa mayoría con respecto a los diputados del PRD, el Partido Verde y algunos partidos locales, que votaron en contra. Sin embargo, durante la discusión se desataron varias polémicas: las diputadas Ana María Condado Escamilla del PRD y Mónica Robles Barajas, del Partido Verde, acusaron motivaciones religiosas que atentan contra el laicismo del Estado. También denunciaron que la reforma criminaliza a las mujeres y desconoce sus derechos reproductivos. En contraste, legisladores priístas y panistas argumentaron que los derechos de las mujeres no son vulnerados, pues en el Código Penal se establecen excepciones que permiten a las mujeres interrumpir el embarazo: embarazos por violación, malformaciones congénitas en el producto o casos en que la vida de la madre esté en riesgo. Por lo anterior, los diputados de Veracruz niegan que exista tal criminalización.

Ante estas polémicas, quedan abiertas varias interrogantes. La primera de ellas es, ¿cuál es la dimensión religiosa tras esta reforma?

Tal como lo hizo al apoyar a la CNTE y criticar la Reforma Educativa, todo indica que la iglesia se ha vuelto a involucrar en asuntos del Estado. Y es que miembros del clero estuvieron presentes durante las discusiones en el salón de plenos del Palacio Legislativo. Además, desde mayo, el arzobispo de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, encabezó marchas a favor de la propuesta, y reconoció haber platicado con funcionarios públicos. Incluso declaró: “hay ya una palabra del gobernador, una palabra de varios de los legisladores, y esperamos que sí cumplan”.

Tal parece que, cuando sus intereses convergen con los de la iglesia, a Duarte y sus colaboradores se les olvida el significado de “Estado laico”. Por su parte, la iglesia también ignora las restricciones que le impone la ley y golpea o apoya al gobierno según le conviene. Por un lado, se alía con la CNTE como represalia al gobierno de Peña Nieto por impulsar iniciativas en favor del matrimonio igualitario; por otro, apoya al también priísta gobierno de Duarte cuando sus propuestas favorecen los principios y valores católicos.

Otro tema a considerar a raíz de la postura de las diputadas de la oposición es si –al velar por los intereses, los valores y los principios de la iglesia– el Congreso veracruzano desaprovechó la oportunidad de tomar en consideración la voz de las mujeres. ¿Por qué hay una perspectiva religiosa y no una de género en la ley que regula el aborto?

Aunque la concepción es un asunto de pareja, el Código Penal de Veracruz –y de los demás estados que penalizan el aborto– concentra en la mujer las consecuencias legales del aborto.

Los legisladores que aprobaron la reforma niegan haber criminalizado a las mujeres que recurren al aborto porque “en caso de abortar el único castigo es recibir atención psicológica”. Pero si al abortar una mujer no está cometiendo un crimen, ¿por qué hay castigo?

Sin duda, la apertura a nuevas voces, el enfoque de género y las demandas de alejarse de una postura religiosa son cuestiones a tomar en cuenta no sólo en Veracruz, sino en cada uno de los 18 estados en que se penaliza la interrupción del embarazo.