Dos tornillos sueltos fue la conclusión que dio el gobierno federal sobre la causa oficial del accidente que provocó el desplome del helicóptero donde viajaban la gobernadora de Puebla, Martha Erika Alonso Hidalgo, su esposo, el senador del PAN, Rafael Moreno Valle, un acompañante y dos pilotos, quienes murieron al instante el 24 de diciembre de hace dos años.
Han pasado dos años del trágico accidente, y las dudas aún persisten; aún después de llevarse a cabo diversos peritajes, incluso internacionales, pues muchos no creen en las versiones que ha dado el gobierno sobre la causa del accidente, y apuntan que se trató de un atentado, el cual ya fue descartado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), pues no se encontraron materiales explosivos o ajenos a la aeronave.
Pues según los estudios, el accidente sucedió por cuatro factores, entre ellos una falla en el “actuador lineal” provocada por dos tornillos sueltos, falla que fue detectada desde el 13 de octubre del 2018 y aun así la empresa Servicios Aéreos del Altiplano dejó que continuara operando la aeronave.
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Esa fue la versión del gobierno, quien tras la presión y las exigencias de políticos y familia de los fallecidos, ofrecieron, sin embargo, los resultados de los peritajes sobre el accidente, los dieron a conocer un año con tres meses después de su muerte.
Por esto y como bien señala el periodista, Ricardo Alemán, en su columna, pocos lo creen porque a nadie, en el Estado mexicano, le ha interesado investigar a fondo el accidente para descartar las abundantes contradicciones y, sobre todo, las posibilidades de un atentado y/o de un crimen de Estado, en su caso.
Y esto se vuelve aún más dudoso, cuando el mismo López Obrador nunca respondió la exigencia de la madre de Martha Erika Alonso, quien en su momento hizo pública una carta en la que exigía justicia y rechazó el proceso electoral de Puebla, que hizo el actual gobernador a Miguel Barbosa.
AIS
