El tablero mundial no detiene su marcha y mientras el asedio de la guerra de Putin sobre Ucrania se mantiene, el empresario y ex presidente de los EEUU Donald Trump, hombre de 76 años, de personalidad controversial por la manera en la que ha manejado sus negocios y como ejerció el poder presidencial, sobre todo, por como atendió la crisis que desató la pandemia de COVID-19, pero de igual manera, su cercanía a los intereses de Vladimir Putin e incluso, por como buscó establecer la relación con Corea del Norte, teniendo un acercamiento personal con Kim Jung Un, considerando con esto, que podría lograr, una suerte de influencia frente a Beijing.
Sin embargo, los resultados no fueron los indicados, la intención de distanciar a Pyongyang de Beijing, no funcionó, de igual manera, su acercamiento con Vladimir Putin a dado paso a muchas conjeturas acerca si su campaña fue manipulada por hackers rusos a través de las redes sociales, para hacerlo ver como una mejor opción por la presidencia de los EEUU, frente a la senadora demócrata Hilary Clinton, pero asimismo, su personalidad arrogante, lo llevo a tener profundos desencuentros con los líderes del G-7, la Unión Europea, pero ante todo, con sus aliados estratégicos de la OTAN, amenazando retirar a los EEUU de este mecanismo de defensa, todo en un momento en que la Federación Rusa daba lentos pasos, pero reales para recuperar lo que llama su herencia terrestre en Europa: Ucrania.
Y que decir de la llamada que sostuvieron, en julio de 2019, en la que Trump le solicito al presidente Zelenski, autorizara una investigación contra Hunter Biden y Joseph Biden, por supuestos actos de corrupción, en la compañía de gas ucrania Burisma, y que a causa de la intromisión de su padre (el entonces candidato demócrata a la presidencia de EEUU), fue destituido el fiscal general Viktor Shokin. Esta acción para mantenerse en la Casa Blanca, no hizo estragos en la popularidad de Biden, pero sí dañó a un débil presidente ucraniano, que ante el acoso de Moscú, tal acción, lo ponía en entredicho ante la comunidad internacional e incluso con su propia nación. Tal llamada fue parte de una acción legal que llevó a Trump a un impeachment o proceso de destitución.
Las intenciones de Trump de anteponer su voluntad personal sobre los intereses nacionales de EEUU, demeritaban hasta a su propio slogan de campaña de: American Great Again, sin embargo, fue el periodo en el que más rápido se degrado la capacidad de reacción de la primera potencia del mundo frente a su principal rival por la hegemonía global: La República Popular de China (RPCh), que justo en el periodo presidencial de Trump, se vio fortalecido su proyecto de expansión a través del denominado Sueño Chino, cuyas implicaciones son parte de las diversas condicionantes de la actual confrontación que mantienen la RPCh y EEUU.
Ahora, con renovadas intensiones por alcanzar la nominación de su partido y derrotar a los demócratas para regresar a la Casa Blanca, enfrenta 37 cargos federales, destacándose: Falso testimonio, manejo negligente de secretos de Estado y acusaciones para poner en peligro la seguridad de Estados Unidos, incluyendo la retención no autorizada de archivos clasificados, como son, los encontrados en su residencia en Mar-a-Lago, de diversas características y temáticas, destacando algunos de estos documentos, con información del programa nuclear de esa nación.
Un tema sensible dentro de las acusaciones, es lo referente a la seguridad nacional, justo cuando el mundo está teniendo un proceso de transición en el orden global y es precisamente esta condición del Estado estadounidense, el que se debe de considerar a razón de las circunstancias que prevalecen tanto en Europa como en el sudeste asiático. De ahí que es importante destacar algunos breves puntos de la Estrategia de Seguridad Nacional, de la administración Biden-Harris y que fue publicada en octubre del año pasado. Dicho documento, entregado a 8 meses de comenzada la guerra de Putin sobre Ucrania y con una velada amenaza sobre Europa, establecen lineamientos como los siguientes:
1.- EEUU sabe que debe de competir, en el marco del nuevo orden global con las potencias autocráticas (Federación Rusa y la República Popular de China), para darle certidumbre a la seguridad internacional.
2.- EEUU tiene claro que la democracia es un ente inacabado, que constantemente debe de ser ajustado a las necesidades de cada época y cada era.
3.- EEUU determina que el valor de la democracia, es uno de sus máximos valores y que está fuertemente vinculado a sus intereses y seguridad nacional en el mundo.
4.- EEUU asume los desafíos al interior del país, pero también al exterior, para mantener vigente su modelo de Estado y ejercer su proyecto nacional ante el mundo.
5.- EEUU ha demostrado a lo largo de su historia reciente que las profecías de su debacle no se han cumplido y mucho menos en estos momentos de gran incertidumbre global.
6.- EEUU, cuenta con valiosos socios democráticos, en Europa y en el Indo-Pacífico, con quienes se comparten valores e intereses, los cuáles han permitido darle certeza a la seguridad internacional.
Al considerar estos breves puntos de cuáles son los intereses y valores de la seguridad, establecen a la construcción democrática, como la pieza angular de su proyecto de nación, pero de igual manera, el concepto de socios democráticos, es un elemento a considerar, cuando en materia de seguridad nacional, las amenazas como el crimen organizado o el fundamentalismo tienen un nuevo acompañante que son las potencias autocráticas.
De ahí la importancia del término socios democráticos, lo cual reitera que el precepto de la cimentación de este estilo de vida para la convivencia al interior de los Estados de entre estos, esta definida con toda claridad en la Carta de San Francisco, que da institucionalidad a Naciones Unidas y que decir de la Carta de Bogotá, que da sustento a la Organización de Estados Americanos, asimismo la OTAN, establece que los valores democráticos son fundamentales ante el asedio de potencias que no compartan el estilo de vida que ha adoptado occidente.
Es decir, la vida democrática que desde la lejana Ecclesia ateniense, se buscaba dar certidumbre al consenso y a la negociación, ahora en pleno siglo XXI, tiene un reto de mantener su vigencia, preservar sus valores y ante todo, adecuarse a las circunstancias, que el espacio-tiempo le impone, pero será una labor de cada ciudadano y de la clase política, la que habrá de darle ese vigor y fortaleza, por ello es tan significativo, el juicio que habrá de enfrentar Donald Trump con sus 37 cargos, para algunos especialistas puede ser largo y tortuoso, en dónde la defensa de Trump buscara todos los recovecos legales para evitar que se ofrezcan sentencias, antes de las primarias al interior del partido republicano.
En el tablero mundial, se debe de considerar algo fundamental del sistema legal de los EEUU, toda persona es inocente, hasta que se demuestre lo contrario; en esa etapa se ubica la acción legal de Trump, pero con un agregado, el mundo occidental está al asedio de las acciones populistas. Una buena parte de América Latina esta gobernada con este tipo de gobiernos, en Europa, Hungría y Turquía son muestra de ello, y que decir, de la injerencia de la RPCh en diversas partes del mundo para apuntalar este tipo de gobiernos. El factible juicio a Trump, puede determinar la imagen de la democracia en vigor y capacidad para el siglo XXI o su hecatombe.
Mientras tanto en Palacio Nacional, el tiempo de las corcholatas llego y han sido puestas danzar alrededor de la silla que añoran, desean y sueñan, que dicen estar preparados para ocuparla y asumir el reto de gobernar, ofreciendo continuidad y lealtad al prócer, pero en todos sus discursos de pre-pre-pre-pre campaña, nunca han expresado sí la ciudadanía esta de acuerdo con el proyecto, solo hablan de mantener e imponer y aceptar lo que implique un nuevo Maximato.