“Democratizar los medios”, ¿eufemismo para el control autoritario del Estado?

En palabras del escritor peruano, Mario Vargas Llosa, “cada vez que los gobernantes han hablado de democratizar los medios, la libertad de expresión ha entrado en receso y ha desaparecido”.

Con base en la historia, Vargas Llosa pone de ejemplo a líderes populistas como Hugo Chávez en Venezuela, Cristina Fernández en Argentina y Rafael Correa en Ecuador, quienes han puesto puesto en la agenda pública el concepto “democratización de los medios”.

En todos los casos, los medios de información han sufrido censura y expropiaciones.

En una primera percepción, las intenciones de los “democratizadores de los medios” son presentadas como positivas ante sus gobernados al afirmar que los recursos de las radiodifusoras, televisoras y prensa estarían regulados por la población. Sin embargo, ese es sólo un espejismo para disimular un inminente control oficialista de los mismos.

En Venezuela, por ejemplo, los medios que impulsaron el fallido derrocamiento del dictador Hugo Chávez, fueron castigados con la ley de “programación, publicidad, promociones e informaciones”, con la que se negó la renovación de concesiones a dueños de transmisoras y en su lugar fueron creados aparatos para la difusión de propaganda oficialista.

En Ecuador, Correa prohibió a los inversionistas privados invertir en medios de comunicación con la justificación de que “si son industriales, que inviertan en industrias; no en hacer diarios. Si son banqueros, que se dediquen a las finanzas y no a poner canales de televisión. Eso es muy sano para la sociedad”.

Con ello, delimitó de una manera sutil y maniquea los canales de transmisión de espectro radioeléctrico al uso exclusivo del Estado.

En México, el virtual presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, habló de “democratizar los medios” el pasado mes de mayo durante una reunión con integrantes del proyecto Kybernus, de Grupo Salinas,  dueño de TV Azteca.

Con ello, AMLO coincide con el perfil de sus homólogos sudamericanos, pues en principio prometió “no afectar a los concesionarios ni a limitar la manifestación de las ideas; vamos a respetar a la crítica y al derecho a disentir. El periodismo se controla con el periodismo; la prensa se controla con la prensa”.

No obstante, al conocer el patrón de los regímenes autoritarios de América Latina, las probabilidades de que el llamado “mesías tropical” los siga, resultan alarmantemente altas.