¿Cuántos narcos son políticos? ¿Cuántos políticos son narcos?

No, no se trata de un juego de palabras. En los hechos es la confusa realidad en la que resulta difícil la diferencia entre narcotraficantes metidos a la política –y que están en todos los partidos–, y los políticos que aspiran al negicio de las drogas de autoconsumo.

Y es que contrasta –y por ello resulta contradictorio–, que mientras muchos se escandalizan por la detención del alcalde perredista de Cocula, Erick Ulises Ramírez –quien departía con el jefe de los Guerrreros Unidos–, los mismos escandalizados gritan voz en cuello –y con “el churro” entre los dientes–, que es urgente legalizar la siembra, cultivo y autoconsumo de mariguana.

¿Sociedad bipolar, de cínicos, de “chimoltrufios” que como dicen una cosa dicen otra?

No, la pregunta de fondo es otra. ¿Hasta dónde los narcotraficantes se han metido en los partidos, en los puestos de elección popular y en la política, y hasta dónde los políticos pretenden arrebatar a los narcotraficantes el negocio de la droga?

Más aún. ¿Cuál es la diferencia entre un narcotraficante metido a la política –los hay del PRD, PRI, PAN y Morena–, y un político que además de ser consumidor de mariguana, cocaina o meta, promueve la legalización de la venta, cultuvo y autoconsumo de mota?

Otra duda. ¿Políticos y consumidores promoverán el cultivo y/o el proceso para fabricar cocaina, metanfetamina y chochos para autoconsumo, si es que la Corte o el Congreso legalizan el cultivo de mariguana para autoconsumo?

Más. ¿Por qué políticos y consumidores sólo defienden la libertad ciudadana de producir mariguana para autoconsumo y olvidan la misma libertad ciudadana de producir y comsumir otras drogas duras? ¿Harán la misma defensa para la coda, que la defensa de la mariguana?

Acaso valdría la pena empezar por el principio. Es decir, preguntar a promotores del libre cultivo y cosecha de mota –sean políticos, empresarios, académicos, intelectuales, periodistas, diputados, alcaldes, gobernadores, ministros de la Corte u opinantes–, si son consumidores y/o adictos de alcohol, mariguana, cocaína o metanfetaminas. Preguntar si su adicción interfiere en su postura a favor de la libertad de ser drogadicto de autoconsumo.

Y es que todos aquellos que consumen mariguana, cocaina, mentafetaminas u otro enervante –sea un político, empresario, académico, intelectual, periodista, diputado, alcalde, gobernador, ministro de la Corte, presidente del país u opinante–, estarían en idéntica situación en la que hoy está Erick Ulíes Ramírez, alcalde de Cocula. ¿Por qué?

Porque en el supuesto de que los arriba citados fueran consumidfores de alguna de esas drogas, en algún momento del día, la semana o el mes estarían en tratos con algún narcotraficnate; el dealer que surte su dósis de mota, coca, meta o lo que se meten.

Por eso la pregunta: ¿Quién sería más culpable; el alcalde de Cocula o el consumidor en cuestión?

Lo cierto es que vivimos en una sociedad de simulación, de cínicos con doble moral, en la que cientos marchas para exigir la aparición de los 43, con “el churro” en la boca o bajo los efectos del “perico”, a sabiendas de que los narcos desaparecieros a los 43. Cientos marchan exigiendo legalizar el autoconsumo de mota, pero son parte de la jauría de linchadores del PRD y del alcalde que, igual que ellos, departía con un criminal del narco.

¿Cuántos narcotraficantes están metidos en políticos y cuántos políticos son consuidores de drogas?

Por cierto, ¿cuántos ministros de la Corte consumen algún tipo de droga dura?

Al tiempo.

Tomado de El Universal