Con Trump, más vale prevenir que lamentar

Desde que Donald Trump apareció en el panorama de las elecciones en Estados Unidos como candidato, el mensaje del Gobierno Federal, encabezado por Enrique Peña Nieto, ha sido claro: más vale prevenir que lamentar. Así los demuestran las acciones de sus funcionarios.

No en vano, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo declaró hace unas semanas que México debe estar preparado para “hablar con el diablo”. Y es que a pesar de que por el momento la mayoría de las encuestas muestran a Hillary Clinton como puntera, la diferencia aún no parece definitiva, por lo que no puede descartarse por completo una posible llegada de Trump a la Casa Blanca.

De acuerdo con información del periódico español El País, el Gobierno de Peña está haciendo una “revisión de sus cuentas”, analizando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), “sometiendo a test de stress a los bancos” y “escrutando los balances de las grandes corporaciones”.

Estas medidas responden a la necesidad de ponderar los riesgos de una victoria del candidato del Partido Republicano. En caso de que Trump se convierta en presidente de Estados Unidos, sus políticas xenofóbicas y populistas —renegociar el TLCAN, retener remesas y construir un muro en la frontera— impactarían de manera negativa la economía nacional.

Lo que está en juego es la relación con el socio comercial más importante para México: Estados Unidos es el mayor inversor en la industria nacional, y cerca del 80 por ciento de las exportaciones mexicanas están destinadas al vecino del norte.

Según los expertos, la economía mexicana sobreviviría —aunque no sin afectaciones— al llamado “efecto Trump”, sin embargo, el riesgo es latente.

Ante este panorama, ¿Quién podría cuestionar que es mejor prevenir que lamentar? ¿Quién se atrevería a decir que es mejor no hacer nada? ¿Quién podría criticar medidas preventivas?

Si hacemos memoria, recordaremos que ya hubo quien lo hizo. No con este “tanteo del terreno” de la política económica interna, pero sí con su vertiente diplomática.

El pasado 31 de agosto, el presidente Peña se reunió en Los Pinos con Donald Trump para establecer un diálogo y poner en perspectiva la relación comercial entre México y Estados Unidos. Esta medida no fue ni más ni menos que un acercamiento necesario para “tantear el terreno” e intentar prevenir los riesgos referidos.

Sin embargo, el patrioterismo y los intereses políticos exacerbaron los hechos y trataron de hacer pasar el diálogo como una traición o un acto de sumisión.

Pero si se ponen en perspectiva, tanto la revisión de las condiciones de la economía interna como el diálogo con Trump son acciones evaluativas y preventivas por parte del gobierno.