Con Gamboa Pascoe se va el mayor ejemplo de sindicalismo clientelar

Hace unos instantes se confirmó la muerte –a los 93 años– de Joaquín Gamboa Pascoe; quien fue líder de la Confederación de Trabajadores de México –CTM–, desde agosto de 2005.

Los primeros reportes hablan de que el fallecimiento de Gamboa Pascoe se debió a una complicación respiratoria. Y mientras se confirma la versión, de lo que no hay duda es de que con Joaquín Gamboa se termina una era.

Con la muerte del poderoso líder sindical se pone fin a los tiempos del sindicalismo corporativo; del sindicalismo clientelar que colocaba presidentes, gobernadores y alcaldes.

Con Gamboa se termina la era del más ominoso control de los trabajadores.

Nadie duda que el sindicalismo es una herramienta fundamental para defender los derechos y las conquistas laborales. No obstante, el sindicalismo que encabezó Joaquín Gamboa fue más allá. En los hechos, el trabajo sindical de Gamboa se convirtió en un instrumento político, clientelar y electoral.

Desde hace mucho, el sindicato de Gamboa no defendía los intereses de los trabajadores; en realidad, servía a los intereses del grupo hegemónico. Acaso por eso, su influencia había disminuido de forma considerable.

Además, no sobra recordar que en las economías globalizadas, los contratos colectivos de trabajo tan pesados –como los que tienen en algunas empresas del Estado o en gremios estatales–, terminan por reventar a las empresas.

Acaso por eso, en muchas partes del mundo, el sindicalismo de Joaquín Gamboa ha desaparecido. Desde hace años, los contratos colectivos onerosos pasaron a la historia. Y ahora, con la muerte de Joaquín Gamboa Pascoe se cierra el ciclo.

Y aunque a Gamboa le sobreviven otros líderes sindicales igualmente añejos y rancios, lo cierto es que su muerte viene a recordar que en México –y en el mundo– ya no hay lugar para este tipo de expresiones; ya no hay lugar para estos sindicatos.