Colima, palo al PRI

Luego de semanas de denuncias, de marchas, de gritos, de sombrerazos, de discusiones y de presiones… el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decidió anular la elección de gobernador de Colima.

Con 4 votos a favor y 2 en contra, los magistrados del Tribunal decidieron que las evidencias de que el gobernador Mario Anguiano metió la mano en la elección bastaban para anular el proceso.

Frente a esta decisión, vale la pena preguntar, ¿quién gana y quién pierde?

Gana el senador con licencia Jorge Luis Preciado, candidato del PAN al gobierno de Colima. Y es que el político nunca desistió. A pesar de tener todo en contra y de no contar con el apoyo de su partido, Preciado insistió en el fraude, recopiló evidencias, las presentó en las instancias adecuadas y, finalmente, echó abajo un proceso fraudulento.

Gana la reforma político electoral que promovió el ex presidente nacional del PAN, Gustavo Madero. Como sabe, hace meses, el entonces dirigente azul invirtió buena parte de su capital político en una reforma que nos legó la reelección de alcaldes y legisladores, las candidaturas independientes y nuevas causas de nulidad electoral. Este marco legal propició que las trampas del PRI en Colima tumbaran la elección.

Gana, por default, Ricardo Anaya. Si bien es presidente nacional del PAN, si bien la victoria es de su partido y si bien la agrupación de Anaya tiene muchas posibilidades de ganar en la reposición del proceso; lo cierto es que Ricardo Anaya dejó solo a su candidato. Por donde se vea, el presidente nacional del PAN no confió en su candidato, no confió en su causa, no confió en sus evidencias y no le brindó apoyo. Es decir, que el triunfo el PAN en el Tribunal Electoral no es un logro de partido sino la victoria de un candidato.

Gana, también, la democracia y la solidez institucional del país. La decisión de los magistrados demostró que las leyes funcionan, demostró la salud del armado institucional y demostró que los funcionarios públicos abusivos –como el secretario de Desarrollo Social de Colima, Rigoberto Salazar–, pagan las consecuencias de sus actos.

Por otro lado, los derrotados también son numerosos.

Pierde el candidato Ignacio Peralta. No sólo fue exhibido como tramposo sino que la nueva ley electoral lo inhabilita para competir en la reposición del proceso electoral. Es decir, que perdió toda posibilidad de ser gobernador de Colima.

Pierde el PRI que, en Colima, mostró su rostro más añejo y rancio. En esta elección –en que votaron muertos, se manipularon paquetes electorales y el gobierno en turno metió la mano–, el PRI demostró que todavía arrastra algunos vicios y taras de sus tiempos más cuestionables.

A partir de ahora, sólo queda esperar que el congreso –de mayoría panista– elija a un gobernador interino, que se convoque a nuevas elecciones y que los colimenses elijan a su gobernante en un proceso limpio.

La pregunta es, ¿los colimenses habrán aprendido la lección? ¿en la elección extraordinaria los votantes de Colima tendrán en mente los abusos y excesos del tramposo PRI local?